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Con 400 puntos de prima España no puede financiarse

El presidente del Gobierno, el gallego Mariano Rajoy, da largas a la petición de ayuda financiera argumentando que el mercado seguirá bajando la presión sobre España por el simple anuncio del BCE de que comprará sin límite títulos españoles. En su mente está, como estuvo a principios de año, salvar el proceso electoral de Galicia y País Vasco, y la posibilidad de que el mercado encuentre el nivel que evite el rescate, es secundaria. Señor Rajoy, no se engañe: con 400 puntos básicos de prima, España no puede financiarse; ni el Estado ni la economía.

El presidente del Gobierno es de decisiones lentas, muy maduradas. Pero en esta de pedir ayuda financiera, como en el retraso de los recortes presupuestarios en el primer trimestre, tiene una influencia decisiva la convocatoria electoral gallega y vasca. Rajoy estima capital retener el gobierno de Galicia. La argumentación de que hay que esperar y ver, hasta que se sedimente la interpretación que el mercado haga que la nueva estrategia del Banco Central Europeo, es válida, pero es secundaria. Además, es un poco peregrina, ya que ningún Gobierno, por desnortado que esté, tiene que conducirse por los designios del mercado.

El presidente del Gobierno ha dado muestras en sus ocho meses en Moncloa tener claras unas cuantas cosas y actuar más por convicción que por obligación, sobre todo en los cuatro primeros meses, antes de que la pesadilla de Bankia irrumpiese en sus sueños. Reformaba las estructuras productivas del país porque estima que sin tales combios es muy complicado recuperar la economía del país. Pues ese criterio sigue siendo el más válido.

Hay que situar las estructurtas productivas del país y todos sus componentes en las mejores condiciones para volver al crecimiento y al empleo, y es la hora en la que los medios están casi todos justificados. No hay que tener temor a la ayuda financiera de los socios. El mercado solo ha dicho que le cuesta financiar a España aisladamente, y si se solicita una línea de crédito, dirá lo que tenga que decir. Pero la obligación del Gobierno es llevar los tipos de interés de los bonos a diez años a valores realmente financiables, y los actuales, pese a su relajación, no lo son. No es financiable ni el Estado ni la economía con el bono en el 5,7%. No lo es.

El mercado ha limpiado una parte importante del componente especulativo que tenía cuando estaba dejado de la mano de Dios (el BCE), esos 200 puntos básicos que el propio Fondo Monetario Internacional adjudicaba a razones no fundamentales. Pero ni el 5,7% ni la prima de riesgo de 400 puntos básicos es una garantía de financiación, ni siquiera para el Estado. Por tanto, tiene que bajar más, y parece ser que solo bajará cuando el BCE y el fondo de rescate compre deuda de forma notable en los mercados primario y secundario.

El supesto estigma de pedir el rescate es una pantalla política que agita la oposición porque necesita un argumentario al que agarrase y sacudir el propio estigma que ya arrastra de haber quebrado al Estado y de haber dejado pasar toda una legislatura sin haber tomado decisiones para reconocer cómo estaba el país y qué había que hacer para recuperarlo.

Pero independientemente de estigmas, si los hubiere y fuesen electorales, los españoles no tenemos la culpa y no tenemos que pagar con más esperas una solución por conveniencia política de este o aquél Gobierno. Por tanto, señor Rajoy, haga lo que tiene que hacer, pida la ayuda y ponga la financiación de la economía en algo razonable. Ya sabe que tipos cercanos al 6% para el Estado supone tipos superiores al 7% para las grandes empresas, y anemia de liquidez para la banca, con lo que la financiación para las pymes y paticulares será muy escasa y muy cara.

El tipo del bono no puede sobrepasar el 4% para ser financiable el Estado, las comunidades autónomas, la banca y las empresas, las grandes y las pequeñas. Y para llegar a esa queda un trecho, y para que sea estable, más. Por tanto, sin más cálculos políticos, el Gobierno debe arreglar esta situación cuanto antes. Los sacrificios seguirán pero deben empezar a ser compensados con nuevos proyectos de inversión que solo se pondrán en marcha si se recupera la confianza y la financiación.

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