Bruselas propone encomendar al BCE la supervisión de todos los bancos de la eurozona
El presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, ha insistido en la necesidad de un supervisor bancario único de la eurozona, que vigile a las 6.000 entidades existentes en los 17 países del euro.

La Comisión Europea ha propuesto este miércoles encomendar al Banco Central Europeo (BCE) la supervisión de todos los bancos de la eurozona a partir de 2014, otorgándole nuevos poderes para retirar la ficha bancaria y sancionar a las entidades incumplidoras. Bruselas desoye así la resistencia de Alemania, que quiere limitar el poder del supervisor único a las entidades sistémicas más grandes.
La iniciativa choca también con las reservas de Reino Unido y los países del este de Europa, que temen que el BCE acumule demasiado poder y que ellos queden excluidos. En un intento de aplacar estas dudas, Bruselas deja claro que las reglas para el sector serán elaboradas por la Autoridad Bancaria Europea, donde están representados los 27.
En una primera fase, desde enero de 2013, el instituto emisor asumirá el control de los bancos que hayan recibido ayudas públicas, abriendo así la puerta a la recapitalización directa. A partir de julio de 2013, el BCE pasará a vigilar también a las entidades sistémicas, mientras que el 1 de enero de 2014 se encargará ya de las alrededor de 6.000 entidades que hay en la eurozona.
El objetivo de esta iniciativa, que ha sido presentada por el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, en su discurso sobre el estado de la Unión ante la Eurocámara, es romper el "círculo vicioso" entre deuda soberana y deuda financiera y avanzar hacia una unión bancaria.
"Este nuevo sistema, con el BCE en el centro e implicando a los supervisores nacionales, restaurará la confianza en la supervisión de todos los bancos de la eurozona", ha sostenido Barroso, que ha reclamado una tramitación rápida de la propuesta para que ya esté operativa a principios de 2013. "En el futuro, las pérdidas de los banqueros ya no se convertirán en deuda de los ciudadanos, poniendo en duda la estabilidad financiera de países enteros", ha apuntado.
La creación de un supervisor bancario único en la UE es la condición impuesta por Alemania para permitir que el rescate bancario de hasta 100.000 millones de euros que la UE ha concedido a España se inyecte directamente a las entidades, sin pasar por el Estado ni computar como deuda pública.
Paradójicamente, Berlín se perfila ya como el principal opositor a la propuesta de Bruselas y podría retrasar su aprobación. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, ha declarado en los últimos días que quiere que el poder del BCE se limite a las entidades sistémicas y pretende mantener el control de sus bancos regionales.
Sin embargo, la Comisión replica que "como hemos visto en los últimos años, incluso bancos pequeños pueden ser sistémicos y causar turbulencias financieras, como Northern Rock, Anglo Irish y Bankia", según ha dicho el vicepresidente y responsable de Asuntos Económicos, Olli Rehn.
El Ejecutivo comunitario asegura que su propuesta encuentra el "equilibrio adecuado" entre las tareas del BCE y las de los supervisores nacionales. El BCE tendrá la última palabra en las decisiones "clave", mientras que el trabajo diario de supervisión seguirá en manos de las autoridades nacionales.
Gradualmente
El reglamento prevé que el BCE asuma gradualmente la supervisión de las entidades financieras. En los primeros seis meses, de las que hayan recibido ayudas públicas o en las que el emisor detecte un riesgo sistémico. Y un año después de la entrada en vigor de la norma, las 6.000 entidades que operan en la zona euro habrán quedado bajo la tutela de Fráncfort.
Esa omnipotencia del BCE constituye uno de los puntos más polémicos del reglamento. Alemania, en concreto, se opone tajantemente a transferir la supervisión de todos sus bancos al organismo presidido por Mario Draghi. El Gobierno de Merkel quiere que el BCE solo vigile a las entidades más grandes, lo que dejaría fuera de su escrutinio a los bancos públicos de las regiones alemanas, cuya salud financiera genera muchas dudas entre inversores y analistas.
Bruselas ha optado por hacer frente a la resistencia de Berlín tras constatar que el riesgo sistémico de una entidad no depende solo de su volumen de negocio o su expansión territorial. La CE considera, además, que una supervisión a dos niveles (europea y nacional) generaría inestabilidad y movimientos de los ahorradores o inversores hacia las entidades de uno u otro segmento.
El choque entre Bruselas y Berlín augura una complicada negociación, aunque la CE aspira a que el reglamento entre en vigor el próximo 1 de enero.
España es uno de los países más interesados en que la tramitación sea lo más rápida posible, porque la creación de un supervisor único es condición imprescindible para que el fondo de rescate pueda inyectar capital directamente en las entidades financieras.
De esa manera, el erario público español se libraría de la factura de hasta 100.000 millones de euros que asumirá con el fondo a partir del próximo mes con el fin de completar la recapitalización o desmantelamiento de las entidades en dificultades.
Disputas y calendario aparte, parece claro que la nueva norma inicia el camino hacia la unión bancaria, la mayor transformación económica de la Unión Europea desde el nacimiento del euro. Y una vez completada, desaparecerá la etiqueta de "banco nacional" y será sustituida por la de "banco europeo".
Como primer paso, el BCE se convertirá en la máxima autoridad financiera del continente que los expertos del Comité Lamfalussy (del que formó parte el fallecido Luis Ángel Rojo) pergeñaron en 2001 pero no se atrevieron todavía a proponer. Alexandre Lamfalussy confesaba poco después a CincoDías, con motivo del nacimiento físico del euro, su convencimiento de que la figura del supervisor único acabaría resultando imprescindible. La visión del respetado profesor belga (nacido en Hungría) parece a punto de hacerse realidad una década después de aquella entrevista.
Sin embargo, el supervisor único no nacerá del llamado comité Lamfalussy, convertido a raíz de la crisis en la Autoridad Bancaria Europea (ABE). El BCE ha arrebatado ese honor a la ABE, un órgano con sede en Londres que seguirá limitándose a la actividad normativa y la mediación entre reguladores nacionales en caso de conflicto.
La centralización en Fráncfort provoca resquemor en el Gobierno de David Cameron, temeroso de las consecuencias para la City londinense. Y la aparición de un supervisor único inquieta también a los países de Europa Central y del Este, que todavía tienen su propia moneda pero cuyo sector financiero es en gran parte una mera filial de entidades de la zona euro. El reglamento tiene que ser aprobado por unanimidad de los 27 socios de la UE, lo que abre la posibilidad de 10 vetos fuera de la zona euro.