¿Salvados? La prima cuadruplica la línea roja de Zapatero en mayo de 2010
La tentación es grande. La presión de los mercados ha bajado y el coste político de un rescate es enorme. Pero por mucho que haya caído esta semana, la prima de riesgo sigue en niveles de pánico.
Solo en Europa la cercanía de un rescate puede hacer pensar a alguno que tal remedio ya no es necesario. Las palabras del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, poniendo a Rajoy una alfombra roja para acceder al auxilio han provocado una caída histórica de la prima, pero su nivel cuadruplica el que tenía cuando Zapatero tuvo que dar un giro radical a su política porque el diferencial había superado todas las líneas rojas.
Puede que ya no sean 550 puntos básicos los que separan la rentabilidad del bono español a diez años con la referencia sacrosanta en Europa, el todopoderoso bono alemán al mismo plazo. Eso era hace una semana. Ahora son poco más de 410 puntos. La distancia es sideral y se mide en cientos de millones de euros a la hora de financiar un país, pero el nivel sigue estando en el mundo de lo inasumible.
José Luis Rodríguez Zapatero lo sabe. La prima de riesgo cruzó la línea roja del Gobierno de PSOE en mayo de 2010, cuando superó los 100 puntos, una cuarta parte que ahora. La escalada puso al Ejecutivo socialista contra las cuerdas, así que se tiró en los brazos de Bruselas y dio un giro radical a su política. Es verdad que días antes la prima había escalado hasta los 170 puntos, pero en la jornada histórica en la que Zapatero se presentó ante el Congreso con la congelación de las pensiones y el recorte del salario a los funcionarios en la mano, estaba en menos de 100 puntos.
Mariano Rajoy también lo sabe. En noviembre de 2010, con el diferencial por debajo de 300 puntos, la hoy vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, dijo aquello de "la prima de riesgo se llama Zapatero". Claro que la percepción nunca es la misma cuando el calor del infierno amaina un poco que cuando se está empezando a entrar en él. Y eso puede ser tentador.
Además, el Gobierno ha acoplado su estrategia a la realidad y está emitiendo en los plazos más cortos de la curva. Su intención es contener los costes de financiación y no presionar aún más el bono a 10 años, y se ha encontrado con un Mario Draghi que promete comprar justo en esos plazos, lo que ha reducido drásticamente los diferenciales.
Esta situación podría llevar a Rajoy a dilatar la petición de un rescate que se daba por hecho. En agosto, las agencias de rating y los bancos de inversión tenían ya una fecha en la cabeza: mediados de septiembre, justo después del Eurogrupo (reunión de los Ministros de Economía y Finanzas de la zona euro) de la semana que viene. Ahora Barclays lo ha pospuesto ya para mitad de octubre.
Y es que ahí están las elecciones gallegas y vascas, y la tentación de no materializar el mayor temor de todo presidente de Gobierno: pedir un rescate durante su mandato. En Italia, el primer ministro Mario Monti está en las mismas, con una prima en 350 puntos e idéntica reticencia al estigma político que supone una intervención.
Europa puede tener la última palabra. Igual que forzó a Rajoy a pedir el rescate bancario, puede hacerlo ahora con este auxilio parcial en forma de compra de deuda en los plazos cortos. Bruselas necesita un cortafuegos definitivo para contrarrestar cualquier mal que venga de Grecia, donde cada día se ve más cerca un abandono del euro. Si eso sucede, el contagio de España e Italia debe haber sido cauterizado previamente y eso es lo que ofreció Draghi esta semana, según fuentes comunitarias.
Desde el interior, también las necesidades de financiación de España suponen una presión para pedir el rescate. La nación necesita todavía 34.000 millones de financiación ordinaria para hacer frente a los vencimientos de aquí a final de año. A eso se suma el dinero que debe inyectar en Bankia porque la línea de crédito de Bruselas todavía no está lista y son 4.500 millones adicionales. Y también está el Fondo de Liquidez Autonómico: 18.000 millones más. Y a seguir sumando.
Por ahora, las subastas del Tesoro han sido un éxito, pero porque las peticiones han estado muy ajustadas y el precio ha sido alto. Para llegar a fin de año, el Gobierno tiene que pisar el acelerador y puede que entonces la demanda ya no responda. Los bancos, casi los únicos que compran deuda del Estado ante la huida de los inversores extranjeros, tienen sus alforjas más que repletas de dinero nacional y en los balances ya no cabe mucho más.
Y hay un obstáculo más. Por mucho que Rajoy achaque la caída de la prima de riesgo a que se han despejado las dudas sobre el euro, varios analistas apuntan a que la bajada se debe a la inminencia del rescate. Si la decisión se dilata, la presión puede volver a explotar.