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Los entresijos del 'rescate Draghi'

La cuenta atrás hacia un rescate sin precedentes

Entre el 30 de agosto y el 6 de septiembre la zona euro trazó el plan definitivo para desactivar las primas de riesgo de España e Italia y lograr al menos un año de calma

La cuenta atrás hacia un rescate sin precedentes
La cuenta atrás hacia un rescate sin precedentes

Más de un encuentro bilateral al máximo nivel durante los pasados siete días. Esa ha sido la frenética agenda de los principales líderes europeos de la zona euro desde el final prematuro de sus vacaciones a finales de agosto.

Objetivo: apaciguar los mercados financieros durante al menos un año. Protagonistas: Rajoy, Merkel, Monti, Hollande y Draghi. Invitado especial: Barack Obama. Resultado: una prima de riesgo en caída libre, tanto en España como en Italia, que anticipa la puesta en marcha de una operación sin precedentes en los mercados de deuda de esos dos países a cargo del fondo de rescate de la zona euro y del Banco Central Europeo (BCE).

La cita final de una semana de vértigo llegó el jueves 6 de septiembre, con dos escenarios simultáneos como en los grandes espectáculos. En Fráncfort, el presidente del BCE, Mario Draghi, desplegaba su arsenal para zanjar las dudas sobre la irreversibilidad del euro: un programa de compras ilimitadas de bonos de los países que soliciten ayuda formal al fondo de rescate de la zona euro.

En junio Bruselas comenzó a trabajar en un segundo plan de salvamento para España e Italia

En Madrid, mientras tanto, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y la canciller alemana, Angela Merkel, sellaban por fin un pacto entre las incesantes demandas de austeridad de Berlín y la necesidad de conceder un respiro a España.

Los tres -Draghi, Rajoy y Merkel- comparecieron hábilmente ante la prensa al mismo tiempo, lo que evitó al presidente español tener que pronunciarse sobre la oferta del BCE. El viernes, la vicepresidenta y portavoz del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, aseguraba que Madrid la analizaría "con calma y prudencia (...) con rigor, con detalle y sopesando todos los elementos".

Pero tanto en los pasillos de Moncloa como en los del BCE y en el resto de las instituciones comunitarias se aceleran los preparativos para poner en marcha un plan que, por primera vez en casi tres años, parece capaz de devolver la estabilidad a la zona euro.

La operación no está exenta de riesgos (ver página siguiente). Pero fuentes del sector financiero consideran que la intervención conjunta del fondo y el BCE "permitirá a la zona euro ganar tiempo y aliviará la situación de las entidades bancarias".

Las mismas fuentes recuerdan, sin embargo, que "la duda esencial de los inversores sigue sin resolverse. Y es la relativa al crecimiento económico futuro no solo en España sino también en el conjunto de Europa".

La respuesta a esa inquietud tardará meses en fraguarse y podría pasar por una cierta recuperación de los estímulos presupuestarios (en los países con margen, como Alemania o Holanda) o monetarios (mediante una ligera depreciación del euro para facilitar las exportaciones de los socios meridionales fuera de la UE). Pero la pasada semana parece haber puesto fin, al menos, a la peligrosa espiral de aumento en los costes de financiación en los Estados y consiguiente recorte de gasto para afrontar la factura.

Como consecuencia de ese efecto, impuesto desde Berlín, el crecimiento de la zona euro entró en terreno negativo en el último trimestre de 2011 (-0,3%) y cayó de nuevo en el segundo trimestre de este año (-0,2%).

Desde la OCDE hasta el Fondo Monetario Internacional se pide a Europa que frene su harakiri económico. Entre otras cosas porque, según esos organismos, la situación presupuestaria en la zona euro (déficit previsto del 3% en 2012) resulta mucho más favorable que la de EE UU (8,3% de déficit previsto) o Japón (-9,9%).

La presión internacional para que Europa cambiase de rumbo se acrecentó antes del verano y llegó a su punto más álgido en la cumbre del G-20 en Los Cabos (México) el pasado mes de junio. "Por decirlo suavemente, no fue nuestro momento más feliz", reconocía el pasado miércoles, Herman Van Rompuy, que en su calidad del Presidente del Consejo Europeo soportó junto al resto de representantes europeos la creciente impaciencia de sus socios internacionales.

La preocupación mundial ya no se centraba en una pequeña economía como la de Grecia (apenas el 2% de la Unión Monetaria) sino en dos gigantes como Italia o España (que suman el 28% del PIB de la Unión y casi un tercio de su población). Por primera vez, los mercados ponían precio a una posible desintegración del euro, la segunda divisa más importante del planeta.

La visión de ese abismo provocó finalmente la reacción de las autoridades europeas. En junio se puso en marcha el rescate de la banca española (con un préstamo al Estado de hasta 100.000 millones de euros). Y de manera casi inmediata, tras comprobar la iracunda reacción de los mercados ante ese nuevo lastre para un país sin perspectiva de crecimiento, se comenzó a trabajar con enorme discreción en un segundo plan de salvamento para España e Italia.

Los ministros de Economía (Eurogrupo) comenzaron a preparar en junio, tal y como adelantó CincoDías, una intervención en los mercados de deuda que permitiese al Gobierno de Rajoy acometer los ajustes requeridos. Enseguida quedó claro que la estrategia requeriría el concurso del BCE para completar la insuficiente munición del fondo.

El BCE se sumó a la iniciativa el pasado 2 de agosto, después de que Draghi lograse el apoyo tácito del Gobierno alemán para esquivar la resistencia de un Bundesbank (Banco de Alemania) que se ha quedado tan aislado como desautorizado. Con la ayuda ilimitada del BCE sobre la mesa, todas las miradas se volvieron hacia Madrid.

O más bien hacia Sanxenxo que junto al Curiosity han sido las dos incorporaciones más inesperadas a la intrahistoria de un verano de 2012 que aspira a convertirse en el punto final de la crisis de la deuda soberana en la zona euro. En la localidad pontevedresa se encontraba Rajoy cuando el primer día de sus vacaciones (6 de agosto) recibió a las 16:40 una llamada telefónica que no podía rechazar ni desviar. Era Barack Obama.

Esa misma mañana, la NASA había logrado colocar un vehículo en la superficie de Marte. Y Rajoy felicitó al presidente estadounidense por la histórica hazaña de la misión Curiosity. Pero el inquilino de la Casa Blanca llamaba, sobre todo, para interesarse por la evolución presupuestaria y económica de España y su impacto en las turbulencias financieras. Y lo hacía solo cuatro días después de que Draghi hubiera presentado su plan para intentar zanjar ambos problemas. Rajoy y también Monti habían pedido tiempo para estudiarlo.

El calendario, sin embargo, deja poco margen de maniobra a Madrid y Roma. Obama afronta su reválida electoral dentro de dos meses (el viernes fue nombrado candidato oficial de los demócratas) y una sacudida fuerte en España o Italia podría dañar seriamente sus aspiraciones. Y dentro de la propia zona euro, la canciller, Angela Merkel, inicia este mes una cuenta atrás hacia las elecciones de septiembre de 2013, en las que previsiblemente se juzgará su gestión durante la interminable crisis financiera.

La mayoría de los analistas políticos consideran que Merkel necesita un año de tranquilidad para afrontar esa cita con posibilidades de una tercera victoria. Y parece haberlo comprado con un rescate de la deuda española e italiana.

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