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Columna
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Tempestad tras la calma

Las Bolsas del mundo han tenido un buen verano. Las acciones del índice estadounidense S&P 500 han crecido un 10% en los últimos tres meses; los valores europeos, incluso más. El optimismo también se ha dejado ver en los cambios en los rendimientos de bonos, pese a los recientes movimientos que subrayan las dudas existentes. El mundo sigue teniendo problemas serios, y los reveses a corto plazo son posibles, pero los colocadores de activos deben mantenerse en calma.

Las ganancias obtenidas en el verano han venido en delgados volúmenes. Europa muestra pocos signos de la fortaleza que necesita para tirar del carro, y los datos de China son planos. Los de EE UU son lo suficientemente decentes, pero sería absurdo suponer que se ajustan a una trayectoria al alza.

Muchas Bolsas están buscando liquidez fresca de los bancos centrales para hacer su vida más fácil. Deberían quitarse ese hábito. Las medidas de emergencia son un signo de una economía enferma y aunque estas ayudan a sujetar los precios, es irreal depender de ellas.

La búsqueda de la calidad por parte de los inversores ya ha hecho subir el precio de algunas acciones a niveles poco atractivos. Las compañías de productos clasificados como "básicos para el consumo", por ejemplo, cotizan en un múltiplo superior a 15, por encima de un promedio de cinco años. Algunas Bolsas de los mercados emergentes están por encima de las normas históricas de valoración.

Las comparaciones históricas sugieren que los bonos soberanos de alto grado siguen siendo caros. Pero las acciones europeas, cotizando a solo un múltiplo de 10 veces los ingresos. Las acciones americanas, mientras están valoradas en un par de puntos por debajo que la norma de los últimos 25 años. Y pese a que los analistas tienen a errar por optimistas, los datos de Thomson Reuters sugieren que las empresas del S&P 500 incrementarán sus ganancias en un 10% en el cuarto trimestre.

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