Inversión en plena carrera de obstáculos hacia un nuevo rescate
España afronta un duro mes de septiembre en el que lidiará con la expectativa de nuevas ayudas y el creciente nerviosismo del mercado.
La realidad ha vuelto a colarse esta semana en la agenda política y en el rumbo de los mercados. La nueva fórmula de salida de la crisis apuntada por el presidente del BCE, Mario Draghi, a principios del mes de agosto -por la que la institución se ofrece a comprar de nuevo deuda soberana si el país pide primero un rescate-, marcó un paréntesis de tregua para la deuda soberana española que ha empezado a resquebrajarse estos días. España encara el mes de septiembre bajo la presión de pedir un nuevo rescate, que ya empieza a cocinarse en los pasillos de Bruselas. Es el acontecimiento por el que han apostado los inversores durante el mes de agosto, ante la expectativa apuntada por el BCE de que acudirá a comprar deuda en el mercado. La idea facilitó el alivio para la prima de riesgo, que bajó con fuerza desde los máximos de finales de julio de 638 puntos hasta los 470, gracias eso sí a un volumen de negocio escaso y muy poco comprometedor.
Sin embargo, el diferencial de la deuda española frente a la alemana ha vuelto a colocarse sobre los 500 puntos básicos, con el riesgo de que su reciente caída sea solo un espejismo de verano si España no supera airosa la verdadera carrera de obstáculos que se avecina para septiembre. Y para ello deberá cumplir con las expectativas creadas en agosto.
El último guion de salida de la crisis relata ahora que España pedirá un rescate que a continuación active las compras de deuda del BCE, con un carácter que el mercado confía en que sea ilimitado y en coordinación con las adquisiciones del fondo de rescate, consenso político mediante. Es la fórmula que se conoce como rescate blando: España pide auxilio al FEEF para que compre deuda en el mercado primario (las subastas del Tesoro) y el BCE hace lo propio en el mercado secundario. Su actuación coordinada relajará la tensión de la prima de riesgo para devolverla a un nivel que evite la expulsión de España de los mercados y garantice su acceso a la financiación a precios razonables. Es la fórmula con la que evitar el mayor de todos los males: un rescate total del país, al modo de Irlanda, Portugal o Grecia que, dado el tamaño de la economía española, pondría definitivamente en peligro la existencia del euro. Esa es la gran expectativa que debe cumplirse. Mientras tanto, la Bolsa y la deuda españolas van a estar sujetos a un mes de alta volatilidad, pendientes de una apretada agenda política.
EL PAPEL DEL BCE. Deberá concretar su disposición a comprar deuda
La primera gran cita en la que España se la juega es la reunión que celebra el Banco Central Europeo el próximo 6 de septiembre. De ella se esperan los detalles por los que la institución activará su nuevo papel en la presente crisis. La institución ha renunciado a ser la tabla de salvación de último recurso y se compromete a intervenir de nuevo en el mercado solo si los gobiernos hacen su parte. Es decir, si se ponen de acuerdo para activar la capacidad del fondo de rescate para comprar deuda, al tiempo que los países rescatados se comprometen en firme a reducir el déficit.
Pero la futura actuación del BCE está llena de incógnitas. La principal, si sus compras tendrán la contundencia suficiente como para devolver la estabilidad a los precios de la deuda española. La institución negó esta semana que, en el marco de su intervención, haya fijado unos niveles concretos en los que deben cotizar los bonos de un país, la intervención que sin duda sería más efectiva. Además, Mario Draghi deberá vencer la resistencia del Bundesbank -el banco central de mayor peso dentro del BCE- a las compras de deuda en el mercado. La reticencia alemana amenaza de hecho con poner trabas a las compras ilimitadas que el mercado espera y que, por otro lado, podrían tener impacto en la inflación de la zona euro, vulnerando así el sacrosanto principio del BCE de velar ante todo por la estabilidad de precios. La institución deberá aclarar además si renuncia a su condición de acreedor preferente, que ya hizo valer en la quita de deuda griega. Si lo hace, animará a los inversores a comprar también, ya en pie de igualdad con el BCE.
PRESIâN PARA RAJOY. El tira y afloja con los socios europeos se repite
El Gobierno de Mariano Rajoy se agarró desde el primer momento a las lagunas dejadas por el BCE y reitera que no tomará ninguna decisión sobre el rescate hasta no conocer la hoja de ruta concreta de Mario Draghi. Insiste en este mensaje cuando ya arrecian los rumores de que se está negociando la petición de ayuda con los socios europeos, que Bruselas desmiente oficialmente. Pero de las propias declaraciones de los miembros del Ejecutivo, como las realizadas el pasado fin de semana por el ministro de Economía, Luis de Guindos, se deduce que el Gobierno asume que el camino está en la petición del rescate, a la vista de que el coste de financiación del Tesoro español continúa en niveles insostenibles por mucho más tiempo, menos aún con el exigente calendario de vencimientos a la vista. De agosto a diciembre, habrá que afrontar pagos por 46.000 millones de euros. Y el colchón del Tesoro se ha reducido a julio a 23.200 millones, desde los 40.360 millones de mayo.
La petición del rescate cuenta además con la bendición de las agencias de rating. S&P fue la primera en señalar que si España lo solicita, no sufrirá una rebaja de rating, una posibilidad abierta y contemplada por el mercado y que supondría un duro golpe para la financiación del conjunto del país. Fitch se sumó este viernes a la tesis de S&P, por la que el rescate "dejaría respirar a España para implementar sus ambiciosas reformas fiscales y económicas".
España ya se ha comprometido de forma inexorable con sus socios europeos a reducir el déficit al solicitar el rescate para la banca. Un nuevo rescate no hace sino ahondar en ese compromiso, que traerá nuevos ajustes si no salen las cuentas para alcanzar el objetivo de déficit. La rebaja en el coste de financiación del Tesoro es vital para allanar el camino hacia ese objetivo, más aún en un entorno de recesión económica. Y el Gobierno está decidido a jugar todas su cartas para, a cambio del rescate, tener todo el margen posible para aplicar las reformas. Así, Rajoy inicia una intensa agenda por la que la próxima semana se reunirá con Herman Van Rompuy y François Hollande; el 6 de septiembre con Angela Merkel y el 21 con Mario Monti. El objetivo es avanzar en la unidad fiscal y bancaria para dar una verdadera consistencia al proyecto del euro. Para hacer realidad el repetido mensaje, común a los líderes europeos pese a sus contradicciones, de que la divisa es irreversible.
CONSENSO POLÍTICO. Europa tendrá que definir su apuesta por la divisa común
Junto a la concreción que se espera del BCE y los frutos que llegue a dar la ofensiva internacional de Rajoy, otro de los grandes desafíos que se presentan para el mes de septiembre es precisamente el de avanzar en los grandes acuerdos que se pactaron en la cumbre europea de finales de junio. En ella se acordó reforzar la integración fiscal y bancaria, por la que deberá existir un supervisor único para la banca europea. De entrada, el 14 y 15 de septiembre se celebrará un Ecofin en el que, junto a los flecos pendientes de la citada cumbre, entrará en el debate la posibilidad del nuevo rescate para España. No en vano, la fórmula avanzada por Draghi de respaldo conjunto a través de compras del BCE y del fondo de rescate debe servir para dar a la zona euro la credibilidad perdida. "No hay marcha atrás para el rescate blando a España. Los líderes europeos ya se han dado cuenta de que no había una institución que velara realmente por el euro, que lo protegiera de los ataques especulativos. Ni siquiera el BCE, que ahora comprará la deuda que sea necesaria", señala Juan Fernández-Figares, director de análisis de Link Securities. Así, un rescate a España capaz de rebajar su coste de financiación sería el logro con el que tapar una de las vías -ahora la más candente junto a Grecia- por las que el euro hace aguas.
IMPACTO EN MERCADO. Indefinición hasta que se resuelva la duda del rescate
"Hasta que se clarifique la actual situación, con todas las incógnitas que hay, será difícil saber cómo se va a mover el mercado", añade Fernández-Figares. En su opinión, la expectativa del rescate ha establecido los límites para el Ibex y la prima de riesgo. "No habrá grandes bajadas, porque después sucederán las entradas de dinero de quienes confían en las compras del BCE y en la petición del rescate. Ni grandes subidas, porque la resistencia estará presente hasta que las expectativas se cumplan". Y de no cumplirse, los analistas prevén un elevado riesgo de recaída. "Hay bastante peligro de que el mercado se dé la vuelta. El BCE ha dado un balón de oxígeno para ganar tiempo, pero habrá una gran decepción si no se cumple lo esperado", advierte Victoria de la Torre, responsable de análisis de Self Bank.