Movilidad geográfica por necesidad
El perfil del trabajador español se ha caracterizado tradicionalmente por su resistencia a la movilidad geográfica. Años tras año, los estudios de las consultoras especializadas en recursos humanos insisten en la necesidad de que los profesionales acepten que la flexibilidad para trasladarse de ciudad, de provincia o de país constituye un valor fundamental en una economía globalizada. Pero su consejo no ha tenido demasiado resultado.
Sin embargo, lo que una economía globalizada no ha conseguido lo va a lograr una economía en crisis. La falta de expectativas laborales provocada por la destrucción de empleo y una atonía productiva que ha condenado a muchos españoles a una falta total de horizontes ha disparado la cifra de quienes están dispuestos a abandonar el país. Seis de cada diez trabajadores españoles afirman así estar decididos a buscar trabajo en el extranjero, según las encuestas. Un objetivo que, desde que empezó la crisis, ha llevado a 350.000 ciudadanos a cruzar la frontera.
Según la radiografía que la consultora Adecco ha realizado entre 3.000 encuestados, la Alemania de Angela Merkel se ha convertido en el gran foco de atracción del español que busca extramuros una oportunidad laboral. No en vano la propia canciller alemana, en su última visita a España, insistió en la disposición de su país a acoger mano de obra española. Colectivos como el de la ingeniería, en estos momentos sumida en una crisis profunda en nuestro país, han tomado buena nota de la demanda germana de profesionales cualificados y dispuestos a trabajar. Otro ejemplo es el del talento sanitario, ampliamente reclamado en países como el Reino Unido. No en vano, tras Alemania, son el propio Reino Unido así como Estados Unidos y Francia los destinos de referencia para esa nueva ola de emigración española.
Pese a que la disposición a cambiar de lugar de residencia por motivos laborales sea un cambio en sí mismo positivo y deseable, el motivo que está forzando a un número creciente de españoles a dejar el país no lo es. La salida masiva de profesionales no solo constituye la evidencia más palpable de la mala salud económica y la parálisis del sistema productivo español, sino que supone una imparable pérdida de talento. Seguramente buena parte de esos españoles forzados a un éxodo que hace menos de cinco años no hubiesen ni imaginado desearán regresar en un futuro más o menos próximo. Y cuando lo hagan podrán ofrecer a su país una experiencia laboral internacional y el dominio de un idioma extranjero como credenciales para reforzar su formación académica. El reto para España será, a su vez, poder exhibir oportunidades laborales lo suficientemente atractivas como para permitir, animar e incentivar esa vuelta.