La fuerza de la vieja escuela
El nuevo presidente de Barclays, crítico con la gestión en los grandes bancos, afronta a sus 72 años la tarea de limpiar la imagen de una entidad salpicada por los escándalos
Tiempo de cambios para el segundo mayor banco del Reino Unido. Los escándalos que han salpicado a Barclays en los últimos meses obligan a la entidad financiera a acometer una profunda remodelación, empezando por sus principales responsables directivos. El último cambio afecta a su presidencia, tras la dimisión en julio de Bob Diamond, anterior consejero delegado. Marcus Agius, actual presidente, ha anunciado que dejará su cargo en noviembre. Y para reemplazarle, la entidad, con el visto bueno de los reguladores británicos, ha optado por la regeneración, pero no de edad, sino de ideas. Por la veteranía, por la vieja escuela. Por Sir David Walker (Reino Unido, 1939), que a sus 72 años afronta uno de los retos más atractivos de su larga y contrastada carrera: volver a hacer volar al herido águila de Barclays.
Educado en Chesterfield y graduado con honores en ciencias económicas por la Universidad de Cambridge, Walker ha venido desarrollando su carrera de forma ininterrumpida durante los últimos 50 años, siempre en el ámbito financiero. La primera mitad en el ámbito público: primero en el Tesoro británico, interrumpida por una experiencia de tres años en Washington en el FMI, para después ser secretario asesor del Tesoro, miembro del consejo del Banco de Inglaterra o presidente de la actual Autoridad de Servicios Financieros del Reino Unido. A partir de la década de los 90 centró su actividad en el ámbito privado, siendo vicepresidente de Lloyds y, principalmente, presidente y director general de la división internacional de Morgan Stanley, alcanzando un prestigio que también le ha llevado a los consejos de administración de varias empresas. Walker es altamente respetado en el ámbito financiero, y su nombramiento ha sido recibido positivamente con práctica unanimidad.
Casado, padre de dos hijas y un hijo, es amante de las largas caminatas y ya tiene experiencia en crisis. En 1985 fue designado por el Banco de Inglaterra para presidir Johnson Mattey, firma rescatada en plena crisis bancaria de mediados de los ochenta.
Ha realizado varios informes sobre la administración en la gran banca, en los que censura los sistemas de retribuciones millonarias
Con su nombramiento, Barclays ha optado por alguien que durante los últimos años ha defendido una serie de actuaciones "responsables" en el sector, algo que la entidad del águila azul, precisamente, no ha venido siguiendo hasta desembocar en su peor crisis. El futuro presidente de la entidad, que hasta el 1 de noviembre tendrá cargo de miembro no ejecutivo del consejo, asumirá la tarea primordial de buscar y nombrar a un nuevo consejero delegado tras la precipitada salida de Bob Diamond. En su nuevo cargo podrá poner en práctica sus teorías sobre el funcionamiento de la banca, en especial de sus consejos de administración, que ha venido plasmando en los últimos años en diversos informes.
El último en 2009, 184 páginas sobre la gobernanza en el sector financiero, en el que, entre otras cuestiones, propugnaba no solo una mayor regulación financiera, sino una "mejora del comportamiento" de los gestores de los grandes bancos, a través de la identificación de las mejores y más eficientes prácticas para la entidad. También, casualmente, una supremacía del cargo de presidente, del cual explica que "para quien lo ostente debe ser un compromiso prioritario, dejando muy poco espacio para cualquier otra actividad, ocupándole no menos de dos tercios de su tiempo". Algo que, por coherencia, cumplirá, no solo porque se ha comprometido a dedicar al banco "no menos de cuatro días a la semana", sino porque dicen de David Walker que no deja de acudir un solo día a su despacho.
Pero el punto más importante de sus ideas reside en el polémico tema de las retribuciones a los ejecutivos. En dicho informe de 2009 abogaba por una reforma del sistema de pagos, que en su opinión tiene un "control inadecuado, un enfoque excesivamente limitado y es, en ocasiones, muy excesivo". Walker defiende una mejora sustancial en la supervisión de las políticas remunerativas a nivel directivo, en particular de los pagos variables, y pedía a las entidades que hicieran público el número de ejecutivos que recibía retribuciones superiores a un millón de libras. Barclays parece el mejor ejemplo para llevar estas teorías a la práctica, ya que Bob Diamond percibió unos 20 millones de euros en 2011 en concepto de salario, bonus y variables, siendo el gestor mejor pagado de la City. El salario de Walker, de 750.000 libras, unos 950.000 euros, parece mucho más moderado.
Definido como reflexivo, amable y quintaesencia de lo británico, Walker es un gestor más preocupado de los aspectos regulatorios y de las buenas prácticas que de los asuntos más técnicos, que en esta nueva andadura, que en principio debería durar tres años, dejará al consejero delegado que designe. Independiente, rechaza ser etiquetado como uno de los grandes nombres de la City, y prefiere describirse como "un hombre para el pueblo". Si la experiencia es un grado, Barclays puede divisar un futuro sin escándalos por los que sentirse avergonzado.