Los retos del turismo español
El sector turístico no ha podido escapar a la fortísima presión que está ejerciendo sobre el consumo interno el paro -o la posibilidad de perder el empleo-, las subidas de impuestos y los ajustes que ha traído consigo la crisis. Tres factores que explican el brutal derrumbamiento que ha sufrido esta temporada el mercado turístico nacional -con caídas de hasta el 40% en ocupación- y que se ha cebado principalmente en regiones como Castilla y León, Galicia, Asturias, Andalucía y Madrid. Este desolador panorama contrasta con la buena salud que mantiene la afluencia de visitantes extranjeros. Mientras el turismo nacional se desangra como consecuencia del desplome del consumo, la recuperación del mercado británico y el repunte de viajeros procedentes de Europa del Este han dejado en papel mojado los malos augurios que preveían a principio de temporada también una fuerte caída del turismo foráneo. Así, los hoteleros prevén que el total de visitantes extranjeros podría acercarse a 57 millones a final de año, el mismo registro del ejercicio pasado.
Pese a ello, la situación resulta extremadamente preocupante por dos razones. La primera, porque el peso del turismo nacional en el balance de la industria es equivalente al del turismo extranjero y las perspectivas económicas a corto y medio plazo no permiten augurar una mejora de comportamiento. La segunda, porque la afluencia de visitantes foráneos se encuentra amenazada por la incipiente recuperación de las plazas turísticas del norte de África, tras la debacle producida por una primavera árabe cuyos efectos han durado menos de lo previsto. Muy atentos a la evolución de esos mercados competidores, los empresarios y hoteleros españoles llevan meses advirtiendo de un inminente cambio de tendencia que parece estar ya a las puertas. Desde el sector se apunta a que un destino como Túnez, por ejemplo, ha recuperado en lo que va de año más del 30% del flujo de visitantes británicos perdidos durante el pasado ejercicio. A ello hay que sumar los efectos de la subida del IVA turístico, que a partir del 1 de septiembre gravará las actividades de hostelería y restauración españolas con un 10%.
La industria turística en España tiene pendiente una reconversión que en este momento se hace no solo necesaria, sino también profundamente urgente. Tres son los grandes retos que tiene por delante el sector: la mejora y renovación de las instalaciones y de los destinos considerados maduros, una supervisión inteligente de la política de precios y una elevación cualitativa de la oferta. Sin esa puesta a punto, España no podrá competir hoy frente a los destinos de sol y playa al sur del Estrecho, pero tampoco lo hará mañana por la previsible explosión de un turismo asiático que en los próximos años está llamado a descubrir Europa.