Expropiar a los expropiadores
Ese era el lema. Asalto a dos grandes superficies comerciales. Sindicatos de verano como rezaba el título de la noticia en un medio escrito. Al frente el alcalde de Marinaleda, también parlamentario andaluz, el incombustible pero también incontrolado líder comunista rural Sánchez Gordillo. Diez carros llenos de productos alimenticios y aparentemente con una finalidad, entregárselo a organizaciones sociales y benéficas. Mas eso sí, sin pagar. Lo lograron con nueve carros. Mercadona una de las dos superficies que fueron objeto de este "asalto" denunciará los hechos y unas agresiones leves a empleados. Y pronto salta la noticia a toda España. No han tardado algunos próceres de la política, que siempre han vivido de la política, en bendecir tales hechos. Demagogia y esperpento. Irresponsabilidad y delito.
Más allá de lo mediático, más allá de la tremenda crisis que aflige a muchas familias y que angosta el futuro inmediato, están los hechos. La finalidad de los mismos, la intencionalidad política, por mucho que lo maquillen con un fin social. Son hechos inadmisibles. Juez y parte de una apropiación que autocalifican como expropiación e imputan el calificativo de expropiador a terratenientes, bancos y grandes superficies. Volvemos al lenguaje de trinchera, a la demagogia barata y banal. Lo enmascaran con su recurrente "el pueblo", todo para el pueblo, todo en nombre del pueblo, el que no puede pagar los platos rotos en un afán reivindicativo y explicativo a la vez de una acción ilegal, no legítima y delictiva.
Lenguajes sectarios pero intencionales, débiles frente a ricos, pobres y pueblo, robos y reformas. Pero eso sí, manteniendo a la ciudadanía en una perenne minoría de edad y tutela por parte de unos políticos que se han profesionalizado en lo suyo, no el arte de la política, sino en el de apoltronarse entre los entresijos de la política y beber de lo público. "Hay que expropiar a los expropiadores porque ellos -el capital financiero- ya expropia a los expropiados". Autojustificación subjetiva, "socializar alimentos de primera necesidad se hace urgente". Así ha explicado el político andaluz la decisión de apropiarse de alimentos en los dos supermercados, si bien solo en uno llegaron a sacar los carros cargados de productos de primera necesidad y en el otro se negoció una solución donatoria por parte del supermercado, si bien habría que analizar si hubo o no violencia en la formación del consentimiento.
Ha sido en æpermil;cija (Sevilla) y en Arcos de la Frontera (Cádiz), mañana puede ser en cualquier punto de la geografía española, ya han mostrado el camino, el modus operandi, la provocación, ya tienen su foto, la noticia en los medios, no buscaban otra cosa. O tal vez enfrentamiento con las fuerzas del orden, mas ¿qué habría ocurrido si todo ello hubiese degenerado en una batalla campal? Siempre ocurre igual en una sempiterna forma de actuar, ya sea en un banco, en una finca o ahora en un gran supermercado. Cada verano orquestan su premeditada actuación. En æpermil;cija se llevaron los carros, en Arcos, se negoció al final la entrega pro parte del supermercado a organizaciones no gubernamentales.
Aparentemente se abre una pequeña crisis institucional en la Junta de Andalucía, en el gobierno de coalición socialistas/comunistas del que Gordillo es el oponente más claro pese a militar en Izquierda Unida. Va por libre, pañuelo palestino en ristre. Hace unos meses proponía solucionar el problema de la vivienda creando un banco de la vivienda donde los pisos vacíos y el enorme stock de vivienda se alquilasen obligatoriamente ajustándose al salario del inquilino o en su caso ulterior adquirente si hubiera opción de compra, pero con un máximo de coste del 15% del salario.
Así están las cosas, así la irresponsabilidad política y sindical de algunos que, lejos de procurar soluciones racionales y no violentas, pueden acabar incitando a que otros lo imiten en cualquier rincón de este país y ya con violencia más efectiva y altercados del orden público. Hay que pensar dos veces lo que se hace, y ser responsable y consecuente con lo actuado. No se puede tomar la justicia por su nombre y tampoco por la cuenta de cada uno de nosotros. Hay valores, hay dignidad, hay respeto, libertad y justicia. La brecha es grande, se agrandará en los próximos meses y la actuación de los poderes públicos y sobre todo quiénes representan a los ciudadanos ha de respetar el derecho y la ley. El ejemplo abre una vía que puede acabar prendiendo una mecha incontrolable. Ya tienen su foto, ya pueden estar contentos. No han conseguido nada. Así no.
Abel Veiga. Profesor de derecho mercantil de Icade