_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El banquero ideal

Ante el reciente escándalo de manipulación del líbor, el Parlamento británico ha iniciado su caza de brujas. Con expectativas bajas, los testimonios públicos, purga mediática y acaso exhibición de flema y oratoria británicas apenas incorporarán cambios, e incluso pueden generar conclusiones erróneas. La cultura bancaria se ha resquebrajado. La prudencia como valor estrella característico de la vieja escuela, cuando la banca era profesión aburrida, se ha sustituido por la avaricia, toma de riesgos excesivos y anteponer los bonus a los intereses de los clientes.

Ahora, algunos creen que la obtención de ganancias legitima cualquier conducta (el fin justifica los medios); el objetivo es acumular suficiente variable para después dejar la profesión, a ser posible, sin que se descubran los renglones torcidos. Como la regulación superficial ha sido objeto de denuncia, los nuevos estándares éticos se impondrán, de forma justificada, desde la FSA o por vía judicial. Los abusos deben evitarse y ser castigados; el problema es cómo conseguirlo de forma eficaz.

En el siglo XIX, la prudencia bancaria emergió con escasa regulación. La buena conducta puede impulsarse por parte de los políticos modernos sin regular, estableciendo incentivos correctos o ayudando a que los controles internos funcionen.

Supongamos que hoy mismo un valiente quisiera crear un banco. Su principal problema no sería encontrar clientes que necesiten financiación. Si uno dispone de dinero para cederlo en préstamo, no le faltarán peticiones. Su verdadero problema sería conseguir fondos suficientes. En otras palabras, su problema sería encontrar suficientes personas solventes que cedieran en custodia sus ahorros al banco. ¿Por qué deberían confiar sus fondos al banco recién creado y no pensar que el presunto banquero cogerá sus fondos y nunca les serán devueltos?

El nudo gordiano de todo banquero es generar suficiente confianza sobre los potenciales depositantes y asignar sus fondos, de forma eficiente, a los clientes que estén en mejor disposición para devolver lo prestado. Es un negocio basado en cuidar la ventanilla y la transacionalidad de activos. Los buenos banqueros necesitan ser prudentes e íntegros en el ejercicio de su profesión y construirán su cultura reputacional a partir de la opinión de sus clientes. Este universo se vio alterado a finales del siglo XX; para comprobarlo, basta leer los anuncios publicitarios previos a la crisis; no defendían la prudencia ni la confianza en base a su reputación, más bien al contrario, tendieron a mostrar su prodigalidad, sus facilidades a la hora de conceder préstamos, algo que probablemente no fuera del gusto de sus depositantes y potenciales clientes que, entretanto, vieron escasamente remunerados sus depósitos.

¿Qué había cambiado?, ¿por qué la escasa regulación del siglo XIX enfatizó la prudencia como piedra angular en la búsqueda de beneficios y la de primeros del siglo XXI potenció el préstamo sin control? Esta vez la desregulación ha sido un verdadero camino de perdición.

La razón por la que la cultura bancaria fue imprudente no fue otra que la de contar con el respaldo del Gobierno frente a posibles problemas. Los depositantes no se han preocupado por la prudencia de los banqueros creyendo que no se beneficiarían de ella. La cobertura pública de pérdidas de los depositantes debería acompañarse por la corresponsabilidad de los bancos y sus gestores. Solo así se preocuparán por ser prudentes, su reputación, o de si generan confianza. Si los depositantes no se preocupan, los bancos tampoco tendrán que hacerlo, ya que no ganan dinero siendo prudentes (no les genera ventaja frente a sus competidores).

Hoy por hoy, algunos depositantes creen que se benefician si los bancos toman cualquier riesgo. Y los más arriesgados remunerarán en mayor medida los fondos captados. Esta captación voraz ha favorecido malas conductas. Bajo estas condiciones, la prudencia suponía una barrera para el crecimiento.

La cultura bancaria no cambió las garantías explícitas directas introducidas en 1934, con la creación de la Oficina Federal de Garantía de Depósitos, o cuando las garantías implícitas se hicieron evidentes en los años 80, en pleno activismo de los bancos centrales. La cultura nunca cambia rápidamente, los hábitos se adaptan mucho más lentamente a los incentivos económicos. Y hace falta más tiempo para corregir conductas que para cambiar las leyes.

Las garantías estatales crean incentivos perversos y durante los primeros años de boom crediticio algunos bancos pensaron que ganarían a costa de clientes de dudosa calidad antes de que cambiara la marea. A simple vista, era una red de seguridad sin coste añadido. Pero incluso ahora, que los daños parecen obvios, los políticos británicos no podrán eliminar el seguro sobre los depósitos.

Elementos de sentido común como la injusticia de pedir confianza y apoyo de los ciudadanos ante determinados riesgos están descartados. En lugar de ello, los políticos se lamentan por haber perdido los valores de la antigua Gran Bretaña, y se intimida a las personas para cambiar sus conductas a golpe de decreto.

La redoblada supervisión no genera prudencia. La banca fuertemente regulada que obtiene fondos de depositantes garantizados rellenará todas las casillas, pero esto no significa que se esfuerce por instrumentar una gestión de riesgos ortodoxa, opción esta última que sería bastante más efectiva.

Si los Gobiernos no confían en las entidades financieras, no pueden esperar que lo hagan los ciudadanos.

Isabel Giménez Zuriaga. Directora general de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_