Un consenso nacional para salir del trance
El Congreso inició ayer la ronda de comparecencias destinadas a buscar las raíces de la crisis económica y financiera, las responsabilidades de cada cual en las mismas y, a la vez, arrojar algún haz de luz sobre el futuro. Este oportuno ejercicio, siempre retrasado en España por el temor a que la autocrítica deteriore la convivencia, permitirá satisfacer a todos los grupos sus curiosidades sobre lo acontecido en los últimos lustros en la economía, así como la asunción colectiva de la responsabilidad. Todos los agentes internos -y aquellos externos que marcaban las líneas de la financiación y quienes aportaban su ahorro para el crecimiento del crédito y de la burbuja inmobiliaria- tienen alguna responsabilidad, si bien es cierto que el grado de intensidad de cada cual es directamente proporcional a su influencia en la economía.
El exgobernador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez, cuyas aportaciones eran especialmente esperadas por el grado de protagonismo acaparado en la crisis y por su salida anticipada de la institución, puso el dedo en la llaga que duele: "España solo saldrá de esta con un consenso nacional", con un esfuerzo de todas las fuerzas políticas por sumar, evitar el ruido y ayudar a superar la situación crítica en la que se encuentra el país. Pese a la tradicional dureza de su verbo, Fernández Ordóñez evitó críticas a la gestión del Gobierno en pro del consenso, eligió callar para ayudar, aunque de sus silencios trascendió una responsabilización directa a la gestión de Luis de Guindos del súbito deterioro de la confianza en España, sobre todo por el episodio de la crisis de Bankia, en sus instituciones y en el sistema bancario. Algo que se expresa en un encarecimiento de su financiación.
El tono de los grupos políticos -pese a sesgar intencionadamente sus intervenciones y sus requerimientos tanto al exgobernador como al exsecretario de Estado de Economía, José Manuel Campa- tampoco traspasó la cortesía debida. Hay que recordar que ha sido en las sucesivas reformas financieras donde únicamente se han encontrado los grupos parlamentarios del Partido Popular y del PSOE.
Pero el entendimiento tiene que ir más lejos. Vale solo para la galería el cúmulo de acusaciones sobre lo que ha pasado para llegar a donde estamos, que es, ni más ni menos, a un centímetro del precipicio, del abismo del rescate, con la prima de riesgo y el bono en máximos y la Bolsa en mínimos desde 2003. Los dos grandes partidos, respaldados por unos grupos nacionalistas en el momento en que las regiones precisan del auxilio del Estado, tienen que entenderse en qué hacer en los dos próximos años para salir de esta, con sacrificio pero sin humillación, con equidad en el esfuerzo y solidaridad en la recuperación. Los mercados premian la unidad, porque es un activo que ayuda a lograr los objetivos. La confrontación los dificulta.