Innovación y bajo coste en ETF
La industria de los Exchanged Traded Funds (conocidos por sus siglas ETF o fondos cotizados en español) continúa aumentando de tamaño a nivel global y europeo a pesar de la crisis en los mercados financieros. En Estados Unidos se trata de un mercado de un tamaño enorme y como botón de muestra, el ETF llamado SPY (que replica el comportamiento del índice bursátil norteamericano S&P 500) es uno de los valores que negocia más dinero en Bolsa del mundo, situándose por encima de algunas de las grandes acciones estadounidenses.
Un ETF es un fondo en el sentido de que es un producto financiero que invierte en una cartera de títulos de la que cada inversor o partícipe tiene una serie de participaciones o acciones del mismo. Al mismo tiempo, funciona como una acción porque cotiza en Bolsa y puede ser comprado y vendido durante cualquier momento del día. El objetivo de la gran mayoría de ETF es replicar con exactitud la rentabilidad de un índice, que puede ser no solo de Bolsa sino de renta fija o materias primas también. Para conseguir el objetivo, entre otras cosas, suelen llevar aparejadas comisiones de gestión muy reducidas, que pueden representar la tercera parte o menos que la de un fondo de inversión de gestión activa que invierte en el mismo tipo de activo.
El mercado europeo se encuentra bastante concentrado, con unas pocas gestoras acaparando la mayor parte de la tarta. Y es que ser competitivo en la oferta y gestión de ETF requiere de importantes recursos y conocimientos. La gestora Amundi hizo una apuesta valiente y decidida por este producto hace solo menos de cuatro años y el pasado año ya se situó tercera por ventas netas y cuarta por oferta (en número) de producto. El pasado abril lo lanzaban oficialmente en España y su responsable, Laure Rovet, repasa con nosotros lo que puede aportar Amundi ETF a este mercado.
Laure apunta que, como nuevo jugador y ante unos pocos proveedores tan bien asentados, la clave era desarrollar y presentar una oferta con unas características que se echaran en falta en el mercado. Básicamente, ello se concreta en trabajar alrededor de tres principios. El primero de ellos es el coste. Así, aunque el reducido coste es una de las características de los ETF en general, Amundi entendía que se podían reducir aún más y que esta era una demanda real que también existía en el mercado. Esto se traduce tanto en unas comisiones o TER (ratio de gastos total que incluye otros además de la comisión y otros gastos cargados al fondo) menores como en unos diferenciales entre el precio de compra y venta más ajustados. Amundi defiende que de media sus TER son un 25% inferiores a los de la competencia para productos equivalentes. El segundo es la calidad de la réplica, la esencia de los ETF y un aspecto no exento de polémica, ya que esta no siempre es perfecta y lleva aparejados algunos riesgos. Amundi apuesta por lo que se denomina como réplica sintética, que no es otra cosa que la réplica a través de derivados, concretamente swaps. Los swaps tienen riesgo de contraparte pero Amundi busca reducirlo a cero mediante una técnica de restablecimiento del mismo cuando alcanza un valor positivo. Además, busca la réplica de índices con dividendos con el objeto de proporcionar una mayor rentabilidad.
La tercera y última característica diferenciadora sería la innovación de producto, que tendría un reflejo concreto en uno de los cinco primeros ETF que Amundi ha registrado en España, el Amundi ETF MSCI Nordic. Este ETF busca replicar el comportamiento de las Bolsas nórdicas. Se trata de un activo exótico para el que existen pocas opciones de acceso y que se ha situado entre los de más de moda en el último par de años, al calor de unas economías poco endeudadas y que han actuado como refugio ante las crisis de la deuda euro. Como se observa en el gráfico central, el ETF ha conseguido replicar con gran fidelidad el índice de referencia y acumula una rentabilidad cercana al 50% en tres años.
Los ETF de Amundi y los ETF en general están enfocados inicialmente al inversor institucional aunque pueden ser un producto adecuado también para inversores minoristas, como se observa en otros países de nuestro entorno, como Italia. Quizás, el principal problema en España, que impide una mayor difusión entre inversores minoristas, es su desventaja fiscal con respecto a los fondos de inversión, ya que no disfrutan de la exención por traspaso de estos.