Liberalización ferroviaria
La ministra de Fomento, Ana Pastor, ha decidido acelerar definitivamente el proceso de liberalización del sector ferroviario, un proyecto que recurrentemente anuncian todos los Gobiernos que llegan al poder. Pero este vez parece definitivo. De hecho, el Ejecutivo ya ha movido la primera ficha, al anunciar a los sindicatos que Renfe será dividida en cuatro sociedades anónimas -pasajeros, mercancías, mantenimiento y material rodante- antes de julio del año próximo. Esa fecha es, precisamente, la prevista para liberalizar el tráfico ferroviario de pasajeros. Este proceso abre oportunidades empresariales y dota de flexibilidad a un negocio muy rígido. Aunque ha levantado ciertos temores tanto en los empleados de Renfe como en los usuarios. Desde el punto de vista estrictamente empresarial, optar, por ejemplo, a la gestión de las líneas del AVE -a algunas de ellas al menos- es, sin lugar a dudas, una posibilidad a considerar en profundidad. Algo similar ocurre con el tráfico de mercancías, en un país puente entre Europa y África y en el que la disminución del tráfico de productos por carretera es una aspiración constante. Incluso se pueden abrir fórmulas como las concesiones para cercanías o servicios regionales, tal y como sucede en Reino Unido o Alemania. Una liberalización bien ejecutada siempre es un paso adelante.