Tirón de orejas al PP y al PSOE
No decepcionó. En su primera intervención en el Congreso de los Diputados, que coincidió con que era además su debut público, el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, fue claro, conciso y crítico, aunque con un gran sentido del humor. Utilizando una coletilla de las faenas taurinas bromeó sobre su papel en el Banco de España justo en un momento tan complicado para el sector. "Se hará lo que se pueda", dijo con cierto salero que provocó las risas de los asistentes.
Su intervención era muy esperada por el sector financiero y por círculos políticos. Todos querían conocer de primera mano la opinión del nuevo gobernador sobre la actual situación de la economía española, el rescate de la banca por parte de Europa, y de cómo se había encontrado la institución supervisora nada más llegar.
Linde aprovechó la presencia de los diputados de los distintos partidos políticos presentes en la comisión de Economía del Congreso para quejarse de los fallos, no solo de su más inmediato antecesor, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, sino también a Jaime Caruana, gobernador elegido por el PP como él y con quien trabajó en el Banco de España. "El Banco de España es verdad que no tuvo éxito en la vigilancia macroprudencial en los últimos 10 años", sentenció.
Pero no solo culpó de los fallos de supervisión a sus antecesores, también criticó la política fiscal y económica de los Gobiernos del PP y del PSOE desde mediados de los años 90 hasta 2007.
"Nuestras finanzas públicas se beneficiaron durante esta etapa de un crecimiento extraordinario de los ingresos públicos, lo que debilitó el esfuerzo para contener la demanda interna. Todo ello sucedió además, en condiciones financieras muy holgadas, con tipos de interés reales muy bajos o, incluso negativos en algunos momentos.... Este crecimiento en los ingresos públicos resultaría finalmente insostenible", se quejó.
Como quien no quiere la cosa, Linde fue desgranando ante los políticos las causas de la actual crisis financiera y económica española, con críticas incluidas a los responsables del Gobierno y de la institución supervisora que no supieron ver las burbujas que se estaban formando y cuyo impacto aún sufrimos. Pero sus críticas no fueron expresadas de forma estridente, y puede que por ello los diputados no parecían molestos con sus reproches.
La banca española "atraviesa por dificultades cuya gestión hay que buscarla en el periodo de expansión iniciado a mediados de los años 90 y prolongado hasta los inicios de 2008", explicó. En esos años la inversión crediticia, sobre todo inmobiliaria, aumentó de media el 15%, para pasar al 23% de 2004 a 2007.
La deuda bruta de los españoles pasó de suponer un 107% del PIB en 2000, a un 201% once años después. En el conjunto de la UE y en EE UU ascendía al 165%, aunque en Reino Unido alcanzaba el 207%. "La euforia inmobiliaria llevaba a no querer ver los riesgos que se estaban acumulando", sentenció. Y precisó que esta euforia, unida a la burbuja inmobiliaria y financiera, no era un caso aislado de España, sino de Europa y EE UU.
Defendió la creación en 2000 de la provisión anticíclica, pero también criticó la dejadez años más tarde del Banco de España por suavizar esta medida que durante un tiempo salvó al sector de caer como un domino como el resto de la banca europea. Los reproches se extendieron a las entidades, que se quejaron de esta provisión extra, aunque ahora la apoyen.
Linde, pese a todo, restó importancia a temas tabú, como la elevada prima de riesgos, la salud del sector, cuyo rescate es "asumible" y la inspección bancaria, a la que defendió. Y no supo explicar en que consiste la liquidación ordenada de una entidad inviable, medida que apoya. Al final, parece que es la vía empleada hasta ahora para terminar con las cajas insolventes: su venta parcial o total, con desaparición de la ficha jurídica.