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Columna
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Ingeniería para las dudas de Yahoo

Yahoo se está enfrentando a un problema existencial no con un rey de la filosofía, sino con un ingeniero. La caja de sorpresas de internet ha contratado a Marissa Mayer, una de las pocas mujeres en ascender en la jerarquía de Silicon Valley, como la próxima consejera delegada (CEO). Desde luego que está cualificada, y sin duda tiene ganas de ser CEO. Pero los problemas de Yahoo no se resolverán tan fácilmente como escribiendo código en un ordenador.

Eso no menosprecia los logros de Mayer. Mientras estuvo en Google, estaba involucrada, o era partícipe, de una variedad de productos, desde el negocio de búsquedas, Gmail, o sus esfuerzos para proporcionar contenido local y Google Maps. También ha sido una predicadora de Google, hablando en conferencias y dando un toque de glamour femenino a una compañía fundada por dos ingenieros que jugaban al hockey sobre patines en Stanford, y supervisados por un presidente cuyos antecedentes han llenado las webs de cotilleos de Silicon Valley.

El misterio que debe resolver, sin embargo, no es fácil de descifrar. ¿Es una compañía de tecnología o de información y marketing? El último CEO, Scott Thompson, estuvo entre ambas. Fue un hombre de marketing arrastrado a la ingeniería: incluso perdió su trabajo por adornar su currículum en ciencias informáticas. Mayer tiene dotes de ingeniera, pero no están claras sus capacidades en el marketing. Al menos debería ser capaz de resolver el enigma que es la razón de ser de Yahoo. La venta de una gran parte de la china Alibaba dejará unos 7.000 millones de dólares. Se espera que un acuerdo similar cause buena sensación en Yahoo Japón.

No sorprendería ver a Mayer presionar para tener más ingresos de este tipo. Todo nuevo CEO con ambición necesita dinero para acuerdos y otros proyectos. Para que ocurra, necesitará calmar a Dan Loeb, el director del fondo de inversión que ha logrado tres asientos en la junta directiva. Crear una visión de futuro para el accionista será diferente a cualquier otro proyecto al que se haya enfrentado Mayer.

Por Rob Cox

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