La autoridad monetaria se resiste a la pérdida de credibilidad
Todo queda en una cuestión de credibilidad. El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, no dudó en defender con ese argumento en la última reunión del consejo de gobierno del supervisor la negativa del BCE a comprar deuda soberana de los países con problemas. Esta credibilidad reposa en que la institución cumpla su mandato, que no es otro que la estabilidad de precios en la eurozona. El problema es que eso deja fuera la intervención en el mercado de deuda.
Draghi se muestra ahora inclemente: no va a comprar más deuda ni a "poner en riesgo" el balance de la entidad. Las últimas operaciones de esterilización no fueron sencillas y el supervisor considera que seguir comprando deuda supone rebasar su límite. Pero el BCE podría auxiliar a los países con problemas sin violentar sus principios. Tiene 8.000 millones para ello. Esa es la cantidad que los países con problemas le han devuelto al banco central de los bonos que les ha estado comprando. La institución que dirige Draghi actuó en todos los plazos, porque su objetivo era reducir la prima de riesgo en toda la curva de tipos, no solo en el bono a 10 años, así que algunas deudas con las que se hizo han ido venciendo. Y han sido puntualmente pagadas. Eso significa que la exposición del BCE a la deuda soberana es ahora de 211.300 millones; 8.000 millones menos que en los máximos de febrero.
Compra de deuda
Se cumplen ya 18 semanas sin que el BCE haya comprado deuda pública de países periféricos, dentro del programa SMP, inaugurado en mayo de 2010 y en la que el BCE ha invertido 210.500 millones. Se confirma así la intención de la entidad de no reactivar el programa.