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El foco
Tribuna
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Tareas para la zona euro

Tras la reunión del Eurogrupo, quedan preguntas fundamentales por responder. Para el autor, la zona euro necesita dar un salto audaz hacia alguna forma de mutualización de la deuda pública.

El cambio de Gobierno en cinco Estados en dificultades en Europa ha permitido políticas de austeridad de cuentas públicas, deterioradas por la crisis, lo que ha reducido temores de Alemania respecto a garantizar deudas del conjunto de la zona euro. Así, el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza introdujo freno y favoreció una actitud alemana ligeramente más positiva sobre transferencias fiscales en la región.

De manera que en la cumbre de jefes de Estado de la UE del 28 y 29 de junio se han tomado pasos importantes hacia la unión bancaria y fiscal y algunas preguntas iniciales han encontrado respuesta en la reunión del Eurogrupo del 9 de julio. Aun así, quedan preguntas fundamentales por responder. De hecho, las tareas para una clara resolución de la crisis siguen siendo enormes. Mientras, hay que tener en cuenta el deterioro de condiciones económicas, renegociación con el nuevo Gobierno de Grecia, ayuda a Chipre y aumento de ruido político en Italia ante unas probables elecciones en marzo o abril de 2013.

En cualquier caso, la Comisión Europea, ante la necesidad de romper el bucle de retroalimentación negativa de los bancos en la deuda soberana, presentará propuestas que inicialmente pueden incluir un supervisor cuyas competencias se limitarían a alrededor de los 25 bancos más grandes, mientras los más pequeños seguirían sujetos a supervisión de cada uno de los 17 Estados. Los supervisores nacionales podrían ser controlados de alguna manera por este euro-supervisor, con sede en Bruselas, que más tarde podría adquirir competencias para la resolución de crisis bancarias y administrar o coordinar una garantía de depósitos de los bancos de la zona. Además, el proceso de creación de supervisor único implicará al BCE. Para acelerar la creación del supervisor financiero único, el comisario Olli Rehn presentará una propuesta preliminar a principios de septiembre, que se debatirá en el Consejo Europeo en octubre, para un mecanismo de supervisión único bancario en la zona del euro. Una vez que se haya establecido un mecanismo eficaz de control bancario, el fondo MEDE podrá recapitalizar a los bancos directamente.

Como la recapitalización de la banca española no puede esperar a que se formalice este supervisor central, la ayuda europea vendrá a través del FROB, como deuda del Gobierno. La recapitalización directa estará retroactivamente disponible para España una vez se cree el supervisor europeo bancario en 2013. Entonces España no tendrá que garantizar los préstamos a los bancos y quedará exenta de pérdidas, que serán asumidas por el fondo de rescate europeo. El préstamo inicial solicitado por el Gobierno español se proveerá mediante el fondo de estabilidad financiera europeo FEEF, hasta que el nuevo fondo permanente MEDE esté disponible, adonde se transferirá sin estatus de prioridad de pago, clave para evitar desalentar la tenencia de la deuda pública española.

Las condiciones del rescate bancario incluyen medidas para fortalecer la supervisión en España. El memorando requiere completar la revisión independiente de las necesidades de capital de 14 bancos, que representan el 90% del sector, previsto para finales de septiembre. Exigirá provisiones del 9% de capital, que las grandes entidades ya cumplen. La segregación de activos problemáticos se llevará a cabo mediante una compañía de gestión externa, el banco malo, para las entidades que reciban asistencia. Además, el Eurogrupo ha aprobado una prórroga de un año, hasta 2014, para que España corrija su déficit, lo que requiere un plan de ajustes estructurales en 2013 y 2014 y medidas adicionales este año.

Ahora bien, no está claro cuál será el papel del BCE en relación con el supervisor central y cuál será el poder de este. Además, las relaciones con los bancos de países de fuera de la zona del euro y bancos británicos no se han abordado.

Por otra parte, se han dado pasos, en menor grado, hacia una unión fiscal. Los jefes de Estado han decidido crear un Pacto por el Crecimiento y Empleo de 120.000 millones de euros, es decir, de 1,2% del PIB. La financiación para proporcionar garantías a los préstamos provendrá de los fondos estructurales ya asignados y 55.000 millones adicionales. Se incrementará el capital del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en 10.000 millones y su capacidad total de préstamo en 60.000 millones. Además, el programa piloto de bonos conjuntos para infraestructuras, project bond, proporcionará inversiones adicionales de hasta 4.500 millones.

A ello se añade que los fondos europeos provisional y permanente FEEF/MEDE podrán utilizarse para estabilizar a los mercados de la deuda soberana, mediante la intervención directa en los mercados primarios y secundarios. Pero el alcance del fondo MEDE se ha ampliado sin que haya habido el correspondiente aumento de fondos, lo que puede preocupar a los mercados. Así, los 500.000 millones disponibles de este fondo tendrán que cubrir la recapitalización de bancos españoles, además de unas condiciones más favorables que Irlanda solicitará y los programas renovados de apoyo a países endeudados. Por su parte, Italia tiene que refinanciar hasta 500.000 millones de euros hasta finales de 2013.

Mientras, el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy; el de la Comisión Europea, José Manuel Barroso; del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, y del BCE, Mario Draghi, elaborarán una hoja de ruta con calendario para el logro de una verdadera Unión Económica y Monetaria.

En cualquier caso, aún no se ha debatido un esquema de amplio alcance para una mutualización de la deuda, como un fondo europeo de rescate, la emisión de notas en euros, eurobonos o una licencia bancaria para el fondo MEDE. Aparte de la decisión sobre una política de crecimiento, que no tendrá impacto significativo, la zona euro necesita un salto audaz y valiente hacia alguna forma de mutualización de la deuda pública para realmente reducir los tipos de interés de financiación en el mercado y relajar las condiciones de crédito de manera que se revitalicen las economías moribundas.

No obstante, la clave para determinar si este paso es un punto de inflexión en la crisis es la actividad económica.

Jean-Pierre Durante. Economista. Director de análisis de Pictet WM

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