Al Gobierno se le caen los pilares del programa
Si finalmente el Gobierno tiene que subir el IVA, que lo hará, cambiar el sistema de revalorización de las pensiones, y eliminar la deducción por adquisición de vivienda, habrá cedido en aquello que consideraba piedras angulares del programa liberal del Partido Popular. Irlanda no cedió su soberanía en materia de imposición fiscal a las empresas, ... veremos si España retiene alguno de sus pilares sagrados.
España ha logrado varias de las cosas que había planteado a Bruselas en los últimos tiempos como instrumentos esenciales para poder cuadrar unas cuentas que había encontrado desfiguradas, para recomponer hasta lo viable un Estado quebrado, con sus comunidades autónomas quebradas y una Seguridad Social al borde de la resistencia. Ha logrado disponer de un año más para llegar al 3% de déficit (algo que pedía Rubalcaba porque sabía que el Gobierno al que él pertenecía no había sido capaz de reducir el déficit ni con crecimiento económico), y ha logrado que con dinero al 3% o 4% se recapitalizen los bancos, y que los fondos los aporten los socios a un palzo de quince años, sin más contrapartidas que las exigidas para la banca, que aún no se conocen, pero que no serán coser y cantar.
El resto de la condicionalidad, es la misma que ya existía: cumplir el objetivo de déficit, ahora relajado, aunque cierto es que ahora no podrá desviarse ni una décima de lo pactado. Las decisiones fiscales a tomar para lograrlo, sean subidas de impuestos o recortes de gasto, siempre han estado en el ánimo del Gobierno, pero de manera teórica. Siempra ha sido partidario de recortar el gasto antes de subir los impuestos, puesto que, con muy bien criterio, estima que lo que se recorta no hay que financiarlo, y las subidas de impuestos recortan la renta disponible de la gente y dañan la actividad económica.
Pero hay algunos impuestos que el Gobierno se ha negado a subir por considerar, como otros países con determinadas excepcionalidades fiscales, eran esenciales para mantener la actividad del país. Irlanda quire mantener a toda consta la fiscalidad empresarial para atraer inversión, y España quiere mantener a toda consta un IVA bajo porque la econoimía depende mucho de los bienes y servicios turísticos, y el tipo no puede ser desincentivador del consumo. Por eso ahora no subirá el IVA al turismo, aunque desplace productos del 4% al 8% y del 8% al 18%.
En todo caso, Hacienda tiene que hacerse mirar porqué España es de los países que menos ingresa por IVA de la Unión Europea en relación a su PIB, algo que va más allá de disponer de uno de los tipos generales más bajos de la Unión. No puede ser que en España, tal como dice el propio ministro Montoro, haya mucha gente que no abone el impuesto, mientras que el consumidor final sí lo paga. Debe ser que cuando llega la crisis, y antes también, los minoristas de la cadena comercial de bienes y servicios utilizan el impuesto para engordar el margen empresarial.
Y el Gobierno tendrá que tomar también una decisión con la deducción por adquisición de vidienda, uno de sus totems fiscales para reanimar la inversión. Europa quiere que la elimine, pero es cierto que sería un acto simbólico, cuando en el último semestre en que ha estado en vigor muy pocos contribuyentes se han podido acoger a la ayuda, entre otras cosas proque el mercado de la vivienda está más muerto que Matusalem.
Habrá que ver si se reduce la prestación por desempleo, también de las más generosas de la Unión Europea, y si se anticipa la aplicación de la reforma de las pensiones, que no será plenamente efectiva hasta 2027. Debe aplicarse antes porque las cuentas de la Seguridad Social también están a punto de descoserse, y habrá que modificar el sistema de revalorización de las cuantías anuales de las pensiones, olvidándose del IPC pasado y previsto, y buscar fórmulas que hagan más sostenibles a las finanzas públicas.