Europa afina sus resortes para frenar la invasión desde Oriente
Denuncia a grandes fabricantes chinos por recibir ayudas públicas

La industria europea se ha visto golpeada por la invasión de productos y soluciones que en las dos últimas décadas han llegado desde Oriente, pero solo de manera reciente, y con grandes contradicciones por los intereses contrapuestos, las autoridades de la UE han comenzado a reaccionar. Hace un mes Bruselas reconoció que está lista para litigar con los mayores fabricantes chinos de equipos de telecos en base a una acusación que ya es vieja pero a la que nunca se ha querido sentar en el banquillo. La UE ha reunido pruebas para abrir un caso contra Huawei y ZTE porque estos gigantes habrían obtenido subsidios gubernamentales y vendieron productos por debajo de su coste en la eurozona.
La iniciativa no llega sola. La pasada semana los Estados de la Unión, tras treinta años de negociaciones, alcanzaron un pacto para crear la patente única europea. Se trata de un logro calificado de "definitivo" para defender la innovación industrial y la propiedad intelectual en un tejido industrial como el europeo que no puede competir con el precio de la mano de obra.
La implantación de una tercera iniciativa de cortafuegos contra las invasiones de Oriente está resultando más controvertida. Se trata de la ratificación por la UE del acuerdo antifalsificación comercial, ACTA. El 21 de junio el Parlamento Europeo rechazó en primer instancia su aprobación debido a que también incluye un apartado antipiratería en internet, y ese asunto es tabú entre las fuerzas políticas europeas que aspiran a capitalizar el voto de los jóvenes alternativos. No obstante, en las próximas semanas otras instancia de la UE tendrán que pronunciarse: existe una iniciativa para segregar la votación y centrarla en la lucha contra las falsificaciones que llegan del este, poniendo sordina a la guerra contra la piratería.
Precedentes
La pugna para matizar las prácticas menos ortodoxas de las tecnológicas chinas no es nueva. En verano de 2010 la firma belga Option SA especializada en la fabricación de módems para redes inalámbricas acusó a Huawei y ZTE de competencia desleal por practicar dumping. Aseguraba que la venta de productos chinos por debajo de coste era posible gracias a las ventajas financieras que obtenían de los bancos, controlados por el Estado y dependientes del Partido Revolucionario del Pueblo.
Option señaló como prueba el acuerdo de cooperación entre Huawei y el China Development Bank en septiembre de 2009: La empresa recibió 30.000 millones de dólares, a pesar de que sus ingresos totales ese año fueron de 22.000 millones. "Ese este tipo de acuerdo nunca sería aceptado en una economía de mercado" sentenció la firma belga. Sobre ZTE, Optión advirtió que, con unos ingresos en 2009 de 8.400 millones, consiguió una línea de crédito de 15.000 millones de ese mismo banco.
Este respaldo económico permitió a ambas empresas emprender una campaña agresiva de venta con precios muy por debajo del umbral de rentabilidad. Sus módems se vendían en Europa por solo 20 euros, mientras que compañías como Option se veían obligadas a comercializar los suyos al doble de precio para conseguir un beneficio del 10%.
Calzado y mueble, dos industrias nacionales arruinadas
Las industrias del calzado y del mueble han sido las grandes perjudicadas en el tejido industrial español por la invasión de los productos orientales. Elche fue en su día uno de los principales centros productores de calzado nacional. Hace una década los industriales zapateros comenzaron a sufrir la competencia de más de 60 tiendas chinas que vendían zapatos fabricados en su país. Un calzado de calidad inferior pero con un precio imbatible: 3,74 euros de media, frente a los 15,17 del par nacional. En pocos años los recién llegados controlaban el 80% del negocio local. En 2005 las cifras en el conjunto de España eran ya abrumadoras con 62 millones de zapatos chinos importados, que en 2007 se habían disparado a 236 millones de pares.La industria del mueble ha vivido un proceso paralelo. En 2002 la Asociación Nacional de Industriales y Exportadores de Muebles presentó una denuncia contra la competencia desleal de las empresas chinas. Las acusaba de copiar los diseños de los muebles nacionales, y basarse en ellos para fabricar imitaciones con una calidad estimada en un 10% menor que la de los originales. El precio de venta de las copias se situaba entre un 30% y un 50% por debajo de los muebles españoles en que se basaban.El fenómeno de las imitaciones cobro tal magnitud en España que en 2003 los representantes de la industria del mueble, junto con los de otros sectores afectados como el calzado, textil hogar, juguete, iluminación, azulejo y cerámica exigieron a la Secretaría de Estado de Comercio que se denunciara ante la OMC el incumplimiento por parte de China del Acuerdo de los Derechos de Propiedad Intelectual.