En manos del BCE
Cuando la espuma de la última cumbre europea se baje, comprobaremos que los posos de la amarga reunión del pasado viernes dejan a la zona euro en un estado bastante preocupante. Y que a partir del lunes, más que nunca, los socios vulnerables de la Unión Monetaria, como España o Italia, están en manos de un Banco Central Europeo que se resiste a intervenir. Ya lo dice Jürgen Habermas en su última obra, muy crítica con Merkel y la gestión de la crisis del euro: "Refugiarse sin brújula en la política de los pequeños pasos solo revela una cosa: la ausencia de una perspectiva global".
1.- La consecuencia más grave del encontronazo de la madrugada del 28 al 29 de junio es el evidente distanciamiento entre París y Berlín. Si el directorio de Merkozy provocaba resentimiento, un monólogo de Merkel puede resultar insoportable. Y si Hollande piensa que lo puede neutralizar con Mario Monti y Mariano Rajoy, entonces es que no se ha percatado de que el primero tiene los meses contados y el segundo cuenta las horas a la espera de un gesto de Berlín o Fráncfort que salve a España (y a su gobierno) de una devastadora recesión.
2.- Con el eje Merkel-Hollande descuajeringado al menos hasta las elecciones en Alemania (previstas para septiembre de 2013), la zona euro corre el riesgo de entrar dando bandazos en las próximas curvas de la crisis. Y el acuerdo alcanzado a las cuatro de la madrugada del pasado viernes no parece que baste para enderezar el rumbo.
3.- Ese Declaración sienta las bases para una trascendental revisión de las normas de los fondos de rescate (que podrían recapitalizar directamente a las entidades financieras, como ha reclamado insistentemente el Gobierno de Rajoy). Pero la entrada en vigor de esa reforma está supeditada a una transferencia de los poderes de supervisión bancaria al Banco Central Europeo.
4- El marco jurídico establecido por el Tratado de Lisboa previó acertadamente esa posibilidad, como hoy reivindican con justicia dos de sus autores en una tribuna El País. Pero la aprobación debe ser por unanimidad de todos los socios de la UE no solo de la zona euro. Así que, además de las previsibles reticencias de Berlín, Amsterdam o Helsinki, habrá que tomar en cuenta las de Londres, Praga o Varsovia. Casi nada.
5.- Y aunque esta crisis está obligando a acelerar los tiempos, cabe prever una tortuosa negociación. Por eso el acuerdo del viernes se limita a señalar que se empezará a estudiar la medida antes de finales de año. Pero no fija una fecha para su conclusión. Baste recordar que la patente europea aprobada el viernes se negoció durante 30 años y al final ni siquiera participan todos los socios (España e Italia, precisamente, se han desmarcado por el régimen lingüístico). Algo mucho más sencillo, como la creación de la Agencia Alimentaria, también provocó largos tiras y aflojas sobre su sede (al fina fue a Parma). Inevitable en un club con 27 socios. Pero no parece que el rescate de la banca española pueda esperar tanto.
6.- Pero lo peor del acuerdo del 29-J no es lo que dice sino lo que calla. Y es que la zona euro vuelve a pasar de puntillas sobre los saltos políticos que demostrarían su voluntad de inquebrantable unidad. La imagen que da la Unión Monetaria es al de un club en que sus socios no se fían unos de otros. Y en que cada uno está sacando las cuentas sobre qué le conviene más, seguir en el juego o levantarse de la mesa.
7. Esa actitud difícilmente calmará a los mercados (vituperados cuando bajan y ensalzados cuando suben, como si en las dos tendencias no hiciera su papel la especulación). Y desde luego, no frenará la estampida del capital internacional que huye de España a una velocidad que algunos analistas ya comparan con la sufrida por México durante la crisis de 1994 (tequilazo) y Taliandia en 1998.
8.- De modo que la zona euro sigue en manos del Banco Central Europeo, el único que podría anestesiar los problemas de financiación de España. Y dado que su presidente, Mario Draghi, descarta comprar deuda (veremos si se lo puede permitir), la alternativa que queda es convertir el fondo de rescate en una entidad financiera con acceso ilimitado a la liquidez de Fráncfort. Un paso que requerirá otra dramática cumbre al borde del precipicio. Para entonces, el Gobierno de Mario Monti podría haber caído. Y el de Mariano Rajoy verse obligado a pedir un rescate completo, con programa de la troika incluido. Pavorosa perspectiva.
Imagen (libre de copyright, tomada de Wikipedia): Accidente en la Estación de Montparnasse de Paris en 1895. (Por cierto, que parece que no hubo víctimas mortales. Pero el jefe de tren pagó una multa de 25 francos y el conducto, 50 francos y dos meses de cárcel. Si descarrila la zona euro, ¿habrá multas o cárcel para alguien?).