La huida de capital extranjero no da tregua: nuevo récord en abril
No se esperaba nada distinto, pero la cifra supone otro mazazo. Abril fue de nuevo un mes negro para la inversión extranjera en España y la suma empieza a dar escalofríos: 145.000 millones de capital foráneo han abandonado el país en los primeros cuatro meses del año por todos los conceptos, desde venta de deuda pública a movimientos en el mercado monetario.
Puede que las medidas adoptadas en la Cumbre Europea de estos días marquen un punto de inflexión en el drama que están viviendo los mercados en España, pero eso es solo una esperanza y será el tiempo el que determine si hay verdadera voluntad política de que las decisiones tomadas salgan adelante. Por ahora, lo que se ve es el pasado más reciente y lo que dice cada nuevo dato que se publica es que la situación es agónica.
La balanza de pagos de abril publicada por el Banco de España ha sido el último golpe de realidad. España sigue siendo una apestada para la inversión extranjera, que ha vuelto a retirar fondos a ritmo récord, al menos en lo que a venta de deuda pública y acciones se refiere. En esta partida, 24.593 millones de euros han salido del país en abril, la cifra más alta de la historia, incluso superior a las salidas registradas tras la quiebra de Lehman.
Eso sí, si se suman a este número las salidas de depósitos y otros instrumentos del mercado monetario, la situación mejora algo. No es que las desinversiones registradas en este campo, de 24.260 millones, sean reducidas, pero la cantidad es menor que la de marzo. De esta forma, la cifra total de capital extranjero que ha huido en abril asciende a 48.853 millones y ese dato es bastante inferior al de marzo, cuando se superaron los 67.000 millones.
Pero lo que produce verdadero vértigo es la evolución en lo que va de año. En solo cuatro meses, más de 145.000 millones de capital extranjero han abandonado España. La mayor partida procede de salidas en el capítulo de otras inversiones (que incluye operaciones del mercado monetario y de depósitos, aunque el movimiento en estos últimos ha sido mínimo), mientras que la venta de deuda pública y acciones en lo que va de año roza los 58.000 millones.
Estos datos pueden parecer áridos, pero son los que explican con toda claridad la crisis que vive España. Los inversores extranjeros no solo no compran deuda pública española, sino que se deshacen de ella a la mayor velocidad posible. ¿Traducción? La prima de riesgo se dispara porque la deuda tiene que ofrecer un premio muy alto con respecto a Alemania para que los inversores quieran prestar su dinero. De ahí que la rentabilidad del bono a 10 años haya llegado varias veces por encima del 7%, un coste demasiado alto para que España pueda financiarse si se mantiene más allá de un tiempo limitado. Y de ahí que desde España se suplique por la intervención del Banco Central Europeo (BCE). Puesto que nadie compra bonos españoles, que el dinero del supervisor permita mantener la máquina en funcionamiento hasta que se arreglen los problemas que causaron el desastre.
La salida de dinero de la partida de otras inversiones, la que contempla préstamos a los bancos españoles y otros instrumentos del mercado monetario, indica que la banca del norte de Europa no se fía de la del sur. El mercado interbancario está cerrado y en retirada, así que las entidades financieras se quedan sin liquidez y su capacidad de prestar tiende a cero. El BCE ha intentado arreglarlo con las subastas de liquidez a largo plazo, pero entonces afloran los problemas de solvencia. Y el círculo vicioso continúa... ¿Se romperá? Cuando el dinero vuelva.