El reto de la dimensión
La globalización es uno de los fenómenos más importantes de la economía de los últimos tiempos. Como el resto de la sociedad, la empresa vasca se ha visto obligada a responder a este proceso con profundas y aceleradas reformas para adecuar a él sus formas de hacer, ser y actuar.
El verdadero desafío al que han de enfrentarse nuestras empresas dentro de ese mundo global, y cada vez de manera más perentoria, es, sin duda, el de la competitividad. Que se juega ya no solo en lugares lejanos, desde el momento en el que salir al exterior se ha convertido en requisito obligado incluso para muchas pequeñas compañías, sino también en su terreno, al haber desaparecido las ventajas que antes procuraba el cobijo del propio mercado autóctono.
Un entorno global y competitivo necesariamente obliga a adaptarse, a ser mejores, más productivos o a tener un mayor valor añadido que la competencia, especialmente cuando nos enfrentamos con costes laborales inferiores a los nuestros, similar especialización de producto o a una situación de crisis económica generalizada como la actual, que exige buscar nuevas alternativas y nuevos rumbos.
Las empresas se han visto de esta forma obligadas a adaptarse y a elaborar estrategias que les permitan estar en los mercados exteriores con las mejores garantías de éxito. Adaptación que implica muchas otras cosas: esfuerzos de gestión, de costes, de innovación, de formación, de internacionalización y, de forma muy importante también, de incremento en su tamaño.
La dimensión de una empresa se ha transformado así en un factor cada vez más crítico a la hora de competir en un mercado global. Aumentar de tamaño no constituye un fin en sí mismo, pero su inexistencia puede representar una desventaja competitiva, siendo el tamaño óptimo de una compañía aquel que, junto a los otros factores en juego (organizativos, productivos, de cualificación, financieros, etc.) le permite competir en las mejores condiciones y de la forma más eficiente posible.
En el caso vasco, esta cuestión se torna especialmente relevante al estar nuestro tejido productivo mayoritariamente integrado por pymes. En un momento de crisis en que el mercado internacional resulta la única válvula de escape posible para nuestras empresas, profundizar en aquellas estrategias que les permitan incrementar su tamaño resulta una necesidad que muchas de ellas están ya encarando al abordar procesos de fusión, alianzas estratégicas o cualquier otra fórmula de cooperación empresarial. Han entendido que no solo es necesario saber cuándo y cómo competir, sino también cuándo y cómo cooperar.
La concreción de alianzas entre empresas se ha convertido, al mismo tiempo, en una herramienta indispensable para crear las mejores y más favorables condiciones para todos los socios participantes, ya que facilita no solo el acceso a nuevos mercados, sino también la adquisición de conocimiento, tecnología o materias primas, abaratando costes, mejorando las posibilidades de inversión, incrementando el valor añadido de lo producido o garantizando mejor la viabilidad de la propia empresa, su diferenciación y su posicionamiento.
Para que todo esto se lleve a cabo, además de su propia convicción y esfuerzo, es necesario que las empresas cuenten con los necesarios apoyos, ya sea institucionales o de las empresas tractoras a las que dan servicio, especialmente si se tiene en cuenta que afrontar el desafío de la dimensión con éxito no solo es positivo para las propias empresas, porque aumenta sus fortalezas y contrarresta sus debilidades, sino también para el conjunto de nuestra economía y de su desarrollo.
De cómo utilicemos todos los recursos y herramientas a nuestro alcance, entre ellos el del tamaño de nuestro tejido productivo, va a depender al final nuestra capacidad para explorar nuevos mercados, abrir nuevas oportunidades competitivas y superar la coyuntura económica. No en vano, son las empresas grandes y pequeñas las que, pese a todas las dificultades que estamos viviendo, posibilitan con su trabajo y con su esfuerzo que todo siga funcionando, siendo también la clave para que en el futuro ello continúe siendo así.
Miguel Ángel Lujua. Presidente de Confebask