Reformas laborales: equilibrios y claridad
Después de algo más de tres meses de tramitación parlamentaria de la reforma, parece que se vislumbra, quizá en el corto plazo, su definitiva aprobación y, con ella, la respuesta del legislador a las distintas inquietudes e interrogantes que suscitó el texto originario de febrero, cuando el Gobierno aprobó el real decreto-ley.
En cuanto a las primeras, las inquietudes, no es de extrañar que hayan sido muchas desde entonces, dado que la norma se pronunció de forma contundente en muchos debates, algunos clásicos y otros más novedosos, y muchos polémicos, sobre las necesidades de nuestro mercado de trabajo.
En cuanto a los segundos, los interrogantes, también eran diversos -y relevantes- los que aparecieron, respecto de figuras tales como el descuelgue salarial, la renovación de los convenios, el contrato para emprendedores o el régimen del despido colectivo, por citar algunas.
La claridad de las normas es un bien o interés jurídico que no requiere de muchas presentaciones o exordios ya que, junto al sentido común, puede conectarse con diversos principios y valores constitucionales como, entre otros, la seguridad jurídica.
Con todo, por más que podamos desearlas, no podemos exigir a la norma laboral, y a sus reformas, la claridad y simplicidad a la que habitualmente renunciamos en otros muchos ámbitos de la vida social, e incluso en el ámbito jurídico, porque las operaciones, en el mundo laboral, requieren, como en medicina, física o matemáticas, o en cualquier otra ciencia o rama del conocimiento, de una lex artis y de un lenguaje técnico.
Si se pretende que ese lenguaje sea, además, en la medida de lo posible, de diálogo y consenso y que integre la variedad de intereses y situaciones, ya concurrentes ya en conflicto, o ambas cosas, dentro de las relaciones laborales es fácil entender, aunque no siempre compartir, la complejidad que caracteriza a las normas laborales o a alguna de ellas.
Por tanto, esperemos que la aplicación venidera de la reforma laboral pueda beneficiarse de ambas cosas, inquietudes y claridad, porque la norma finalmente aprobada así lo permita al explicitar claramente los objetivos que persigue y sus equilibrios.
Ello facilitará, sin duda, su aplicación, algo imprescindible para su valoración y contraste posteriores.
Miguel Cuenca Alarcón. Abogado de Laboral de KPMG Abogados