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A España le han hecho la petaca con el rescate bancario

La banca necesita un máximo de 62.000 millones de capital si la economía se enfrenta a una auténtica catástrofe, y la mitad si se cumple el escenario ya recesivo diseñado por el FMI. En cualquier caso, el recurso al dinero europeo no será por el 100%, y casi en cualquiera de los escenarios parece una cantidad financiable por nuestros propios medios. Pero con la presión de unos mercados desconfiados y especulativos, la mala gestión de la crisis de Bankia y la premura europea para despejar obstáculos ante la bomba de relojería griega, a España le han hecho la petaca: nos han forzado a un rescate innecesario que lastrará más el crecimiento económico en el corto y medio plazo.

La cantidad máxima determinada para el caso de que medie una catástrofe económica, cual es que el PIB descienda un 6,5% entre este y los dos próximos años, parece perfectamernte gobernable, y más gobernable será la que finalmente haya que pedir, pues no necesariamente tiene que llegar a los 62.000 millones, y bien podría quedarse en la mitad, compatible con un esceneraio contractivo, pero más creible. Y de la determinada, una parte, pequeña eso sí, la cubirirán las propias entidades con su cuenta de resultados. Por tanto, el dinero público podría ser de unos 30.000 millones de euros, menos de una tercera parte del límite de crédito establecido.

Esta cantidad elevaría la deuda pública en tres puntos de PIB, hasta el 82% para este año, y a un servidor se le antoja que puede ser una cantidad financiable por el Tesoro español. Si fuesen los 62.000, que llevarían la deuda pública hasta el 85% del PIB y ya por encima de los 900.000 millones de euros como muy bien ha detallado mi compañero Jaume Viñas, podrían ser financiables igualmente, aunque podrían crear algunas tensiones en el mercado de deuda en un momento delicado.

Pero sea cual sea finalmente el capital que financie la Unión Europea, España se ha visto abocada al rescate bancario, con las condicionalidades que se establezcan seguramente para todo el sector financiero, y que tendrán carácter limitativo en el crédito y contractivo sobre la actividad económica. Pondrán límites al crédito total en función de la financiacioón captada vía depósitos de residentes; pondrán límites en la lucha por la captación de esos depósitos; pondrán limites a la concesión de empréstitos a determinados sectores de riesgo; etc. Limitarán, por tanto, el crecimiento de los balances, si no lo reducen, y condicionará la actividacd económica.

A España le han hecho, en definitiva, la petaca. Acuciada por los mercados financieros, que no tienen otro ánimo que la especulación y la sobrerreacción ante los acontecimientos; acuciada por la prisa de la Unión Europea para cerrar el flanco español antes de que los griegos pudieran decidir un gobierno anti euro; y acuciada por una pésima gestión de la crisis de Bankia, España fue metida en el cuarto oscuro del Eurogrupo y fue obligada a admitir que necesitaba un rescate bancario.

¿No ha podido financiar el crédito para pagar a los proveedores, aunque sea a través de la banca y del BCE, y sumar otros tres puntos largos de deuda pública?. Pues seguramente podría haber podido financiar los 30.000 que precisan las cajas de ahorros que ya están nacionalizadas. A partir de ahora la lucha se centrará en la negociación de las condiciones, y la banca sana presionará para quedar libre de toda condición, y que ésta se centre en la banca intervenida, tanto para el crédito como para la redimensión de su red, plantilla y negocio.

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