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Samaras debería ser solo un futbolista

Gane quien gane hoy las elecciones en Grecia el apellido de Samaras debería seguir siendo el de un futbolista (en la foto) y no el del futuro primer ministro. Hasta ese punto desconfían en Bruselas, Fráncfort o Berlín del líder de Nueva Democracia, Antonis Samaras, uno de los principales culpables de la dramática situación que vive este domingo la zona euro. Aunque no el único.

Samaras boicoteó primero al gobierno del socialista George Papandreu y precipitó después la caída del ejecutivo de coalición presidido por el tecnócrata Lucas Papademos. Todo ello con una sola obsesión: ganar las elecciones anticipadas, apuntarse los 50 escaños adicionales que la ley electoral griega concede al partido vencedor y continuar con el desgobierno que ha sufrido el país tanto bajo los conservadores de Nueva Democracia como bajo los socialistas del PASOK.

Desde las principales capitales europeas se le desaconsejó esa opción por considerar que era mejor estabilizar primero la economía griega y votar después. Samaras desoyó todos los razonamientos convencido de que podía alzarse la victoria y poco antes de las elecciones del pasado 6 de mayo ni siquiera contemplaba la posibilidad de una gran coalición con el nuevo líder socialista Evangelos Venizelos.

El fracaso de sus cábalas electorales ha colocado al país al borde del abismo y a la Unión Monetaria ante una fisura que podría resquebrajarla totalmente. Pero Samaras no es el único culpable de este descalabro. Sus correligionarios del Partido Popular Europeo, con Angela Merkel a la cabeza, han sido cómplices de tan tremendo desaguisado.

Aunque el PPE gobierna en casi todas las capitales de la zona euro y es conocida la aversión de la mayoría de sus líderes hacia Samaras, ninguno de ellos se ha enfrentado pública y abiertamente al temerario candidato de Nueva Democracia.

Han preferido, en cambio, demonizar a Alexis Tzipras, la cabeza visible del movimiento de izquierdas Syriza, la única formación que en los últimos 40 años ha logrado ofrecer a los votantes griegos una alternativa a las dos dinastías políticas que han destrozado el país.

Y en lugar de deshacerse de Samaras, su ceguera les ha llevado a extorsionar a la población griega (amenaza de corralito, de expulsión de la zona euro y de la UE...) en un intento de arrancarles la papeleta de Syriza de las manos.

Esta noche veremos el resultado del chantaje. Pero ya se pueden adelantar dos conclusiones. La primera: gane quien gane las elecciones, el Memorándum que acompaña al rescate tendrá que renegociarse para suavizar unas condiciones que Grecia no puede cumplir. Y la segunda: gane quien gane, tendrá que formar un gobierno de coalición... sin Samaras de presidente, por el bien de Grecia y de la zona euro.

Imagen (AFP, tomada de la web de El País): Giorgios Samaras, durante el partido Grecia - Rep. Checa de la Eurocopa 2012

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