Excelentes argumentos para salir adelante
Los acontecimientos de este pasado fin de semana dejan clara la apuesta de los países del Eurogrupo en favor del proyecto del euro. Es cierto que se podrá estar más o menos de acuerdo con los pasos seguidos, con las formas, con la estética del proceso en su conjunto; pero si algo es indiscutible es que el acuerdo tomado por el Eurogrupo marca, sin lugar a dudas, el convencimiento de todos los países que forman parte del área del euro en favor de la moneda única; simplemente porque los beneficios que aporta el euro son infinitamente superiores a los costes de su desaparición. Siguiendo un símil futbolístico, tan presente en nuestros quehaceres durante estos días, hay muchas tácticas, formas diferentes de afrontar los partidos, pero el resultado supone satisfacción; y este fin de semana, el euro ha ganado. Porque, como en los grandes equipos, se ha impuesto una filosofía propia: el camino de la reestructuración para alcanzar el equilibrio y el apoyo del grupo para conseguirlo.
Y si esta es la primera victoria clara y contundente del euro en su particular match frente a los que apostaban por el fantasma de un hipotético corralito, lo cierto es que las previsiones son buenas, porque el euro tiene excepcionales argumentos para seguir adelante. Incluso me atrevería a decir que con o sin Grecia, que en sus manos está seguir en esta selección. Porque como pasa con las buenas selecciones, la pérdida de un jugador difícilmente debería cuestionar el futuro del equipo, si además no quiere participar de su filosofía de juego. Incluso me atrevería a decir que una hipotética salida de Grecia del área del euro podría llegar a tener el efecto contrario: el fortalecimiento del equipo en su conjunto, porque todos sus jugadores entenderían de forma mucho más clara cuáles son las reglas de juego si quieren permanecer en el equipo.
Contrariamente a lo que muchos han venido argumentando a lo largo de estas últimas semanas, los puntos fuertes de España para continuar jugando en el club del euro son más que suficientes. Algunos de estos sobradamente esgrimidos, como por ejemplo el menor peso de la deuda pública española en términos de PIB, pero también existen otros argumentos no tan profusamente utilizados y que ayudan a relativizar las dudas de estas últimas semanas.
Uno de estos argumentos sería que, a pesar del aumento de la ya tan debatida prima de riesgo, lo cierto es que el tipo de interés medio del conjunto de la deuda pública española sigue situándose en niveles mínimos, a tan solo unas décimas del mínimo histórico alcanzado en 2010, cuando el coste se situó en un reducido 3,69% en media anual. Ciertamente, los datos del Tesoro público revelan que a pesar del incremento de la prima de riesgo, el tipo de interés promedio de toda la deuda pública emitida apenas se sitúa unas centésimas por encima del 4%; un coste que queda lejos del coste medio que soportaba España en los primeros años de entrada en el euro (costes medios por encima del 5%), cuando el nivel de endeudamiento era igualmente en torno al 70% del producto interior bruto (PIB), en línea con los datos actuales.
Al fin y al cabo, es bueno recordar que la prima de riesgo de España no es más que la diferencia entre el coste de la deuda pública a 10 años española y alemana; y ello quiere decir que si esta se incrementa, tanto puede ser por demérito de la deuda española como también por mérito de la deuda alemana. Y lo cierto es que si uno analiza los datos, puede comprobar que buena parte del aumento que este indicador ha venido mostrando a lo largo de estas últimas semanas es más por la caída en la rentabilidad de la deuda alemana, que a lo largo de los 12 últimos meses se ha reducido en más de 200 puntos básicos; mientras que, en este mismo periodo, el coste de la deuda española apenas se ha incrementado en 100 puntos básicos.
Todo ello da lugar a uno de los indicadores que pueden considerarse más contundentes con relación a la sostenibilidad de las cuentas públicas españolas, y que no es otro que el bajo peso del coste financiero que actualmente soporta el Estado en términos de producto interior bruto. Si uno analiza los datos puede comprobar que los intereses pagados en el año 2011 por el Estado español apenas supusieron un 2,4% del PIB; un valor que ciertamente era máximo con relación a los datos mostrados desde el año 2004 (gracias al bajo nivel de endeudamiento alcanzado), pero que en cualquier caso quedan muy lejos de los primeros años del euro, cuando el coste financiero suponía más del 3% del PIB, y muy lejos de los de más del 5% de los años previos a la entrada en el euro. Y para sorpresa de muchos, este coste se sitúa igualmente por debajo del coste financiero que se está soportando en Alemania (2,6%) y Francia (2,6%), y que compara todavía mejor con el 3,5% de Bélgica o el 4,6% de Italia, por no hablar del elevado 7% de Grecia.
En definitiva, es bueno que el euro haya superado esta situación de incertidumbre que se estaba generando. Uno se fortalece superando dudas y dificultades; porque, como decía el filósofo Francis Bacon, barón de Verulam, "si uno empieza con certezas acabará con dudas; pero si se conforma en comenzar con dudas, conseguirá terminar con certezas". El futuro de la moneda única presenta hoy muchas más certezas que hace ahora unas semanas, pero incluso también más certezas que antes del inicio de la actual crisis económica.
Ramon Roig. Director del Servicio de Estudios de Catalunya Caixa