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Columna
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Hollande, sin excusa para no actuar

François Hollande ha ganado y es libre de actuar. ¿Pero para hacer qué? Los votantes franceses pronto le darán al partido del nuevo presidente el control sobre el Parlamento francés, lo que cerrará el periodo de la campaña electoral y la felicidad de la que ha disfrutado el nuevo presidente francés desde su elección el 6 de mayo. Ahora tiene cinco años para reformar y legislar.

Si primeras semanas en el Gobierno deberían haberle dado a Hollande una idea clara de la seriedad de la crisis del euro y de las dificultades de llegar a acuerdos con Alemania sobre el futuro de la Unión Monetaria. Pero no está claro todavía si está preparado para traducir su nueva experiencia internacional en actuaciones serias en reformas en el frente doméstico. El nuevo Gobierno ha reiterado su compromiso para recortar el déficit presupuestario hasta el 3% del PIB el año que viene. Pero esto será un objetivo retador con un lento crecimiento económico.

Desde la campaña electoral está claro que Hollande piensa que el problema central de Europa es la falta de crecimiento. Pero el presidente francés también parece pensar que el crecimiento vendrá de subir los impuestos a los ricos y un mayor gasto público en casa, ayudado por una mayor cooperación alemana. Lo que faltan son propuestas para incrementar la competitividad de su economía. Para él y para sus asesores los costes laborales no son un problema, no como el nivel de gasto público francés. La cuestión principal es si Hollande esperará hasta que el mercado se asuste antes de actuar para introducir reformas profundas. Pese a que la diferencia de su bono a 10 años con el bund alemán sigue alta, en un 1,2%, sus costes de financiación se han beneficiado de la crisis en el resto de Europa.

Lo ideal sería que Hollande, de modo preventivo, intentara proteger a Francia de un mercado asustado anunciando un ambicioso plan de reformas. También esperaría hasta el próximo año, y a una amistad creciente con el gobierno alemán, para participar junto a Berlín en las reformas europeas a largo plazo. La reforma, para Hollande, podría resultar un gusto adquirido. Pero la elección la debe hacer él.

Por Pierre Briançon

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