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El foco
Tribuna
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Cómo invertir en la crisis griega

El autor analiza cuatro diferentes escenarios ante la crisis griega. De la salida del euro al rescate alemán, pasando por la 'japonización' y sin obviar la revolución. Así afectaría cada uno a la inversión.

Estos son algunos de los escenarios que podrían emerger a partir de la crisis griega, y que prevemos para la UE y el mercado bursátil en general. Se generan a partir de una estructura que describe en dónde nos encontramos en las tres fases de esta crisis y los actuales riesgos derivados de las tres partes móviles que componen un universo de inversión: la política, el ciclo económico y la valoración de los activos. Estos completan el mapa de la crisis griega.

Los escenarios (y los argumentos que los respaldan) deben percibirse como un intento por brindar una estructura que permita prever y discutir de qué forma pueden afectar nuestras inversiones.

1. Alargar y disimular: versión suave -probabilidad del 35%-. Grecia decide abandonar la UE e incumple con el pago de todas sus obligaciones de deuda. Esto lleva a un consiguiente riesgo de contagio al explotar las tasas de interés en todos los países de la periferia europea, generando mayor presión, principalmente sobre España, Italia y Portugal. El mercado (futuros Stoxx 50) revalúa su nivel bajo de 2009 de 1.765 puntos, una corrección aproximada del 20%.

El crac es seguido de controles de capital en la mayor parte de Europa y la reintroducción del dracma en Grecia. Finalmente, la eurozona se divide en dos: por un lado, los países que apoyan el pacto fiscal permanecen en el grupo principal de la nueva Unión Monetaria Europea, mientras que países como Grecia, y tal vez también España y Portugal, devalúan, pero luego vinculan sus monedas posdevaluación al nuevo euro. El desempleo y la situación económica alcanzan su punto crítico al comenzar 2013, pero luego los ahorros privados se activarán, ya que los Gobiernos se verán obligados a reducir el gasto público e incentivar las inversiones privadas. Es la solución rápida y chapucera y la que seguramente genere menos daños en términos generales.

¡El dinero en efectivo es el rey en este escenario! Tendríamos entre un 25% y un 50% en efectivo para contar con capacidad sobrante para comprar acciones y negocios en caso de que cunda el pánico. Recuerde: cuando las preocupaciones llegan a su nivel más alarmante se presentan las mejores oportunidades. Las posiciones cortas en acciones nunca deben constituir el 100% o el 50% de una cartera. Un 25% como protección contra variaciones extremas sería lo más apropiado. El 25% restante sería para adquirir bonos corporativos de mayor calidad.

2. Continuación de alargar y disimular: hacia la japonización -probabilidad del 45%-. Para la mayoría de nosotros esta es la peor pesadilla. Los políticos y los responsables de crear las políticas económicas seguirán reduciendo los tipos de interés y aumentando la flexibilización cuantitativa, así como otras medidas para aumentar la liquidez como forma de apoyar la economía. El modus operandi de todos los países desde 2009 y que ha resultado un lamentable fracaso. Existe una creencia por parte de los bancos centrales y los políticos de que finalmente es posible hacer desaparecer la deuda mediante la inflación. Sin embargo, a la larga, la deflación hará que la deuda se haga demasiado pesada y caerán los precios de los activos reales. Esto conducirá a una (o a varias) década(s) perdida(s).

Esta panacea ficticia implica que debemos contar con activos y con un horizonte de inversión que nos proteja durante los momentos de poco crecimiento, bajos rendimientos y mayores posibilidades de una creciente japonización. Sugerimos un 25% en plata/oro y un 15% de otros activos tales como la agricultura y la energía. Los inversores pueden recurrir a los ETF o CFD de materias primas, dependiendo del pronóstico de las operaciones (ETF para largas, CFD para cortas). Un 25% en efectivo; un 10% en bonos corporativos y el 25% en acciones de alto rendimiento.

3. Alemania al rescate -probabilidad del 15%-. Pero ahora, para que la unión actual sobreviva, Alemania debería firmar una unión ilimitada de garantías y transferencias con el resto de la eurozona, algo que no puede hacer de acuerdo a su constitución y por la falta de respaldo político y popular. Si Alemania finalmente claudica después de la salida de dos países periféricos de la eurozona, y se conforma una eurozona fiscal y al BCE se le permite actuar y devaluar la moneda única, entonces la región podrá, en cierta forma, salvar su formato actual. El euro-dólar volvería a un nivel más bajo que la paridad (1,00), se rebajaría la calificación crediticia de los países principales de Europa del Norte pertenecientes a la UME y los políticos conseguirían algunos años para realizar cambios.

Ante esta situación, lo mejor en cuanto a los activos sería contar con un 50% en acciones, 25% en créditos corporativos y 25% en bonos españoles e italianos. En cuanto a las divisas, habría mucho por hacer todavía, pero al menos es el escenario que generaría menos molestias a corto plazo.

4. Revolución y guerra -probabilidad 5%-. Este es el escenario menos probable pero que sin duda debe ser considerado. En caso de que este escenario de despliegue, tal vez se asemeje a una repetición de las crisis de la década de 1920 y principios de la década de 1930. En aquel entonces, la gente perdió la confianza no solo en los bancos sino también en los Gobiernos. La falta de confianza en -o la falta de acceso a- la moneda generó en muchos casos economías que se asemejaban al trueque. Este tipo de situaciones conduce al malestar social: el foco de interés de la familia pasa de la preservación del patrimonio al de la mera supervivencia.

En realidad, no existe una buena estrategia para este escenario. En este caso, el dinero en efectivo que no esté respaldado por oro ni plata perdería rápidamente su valor, dado que existe el riesgo de caer en una economía de trueque. El acceso a los recursos es absolutamente esencial.

Steen Jakobsen. Economista jefe de Saxo Bank

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