_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un gran reto para la obra civil española

El descomunal catálogo de grandes infraestructuras que América Latina tiene previsto realizar en los próximos años constituye una oportunidad empresarial y económica de primera magnitud para España. Los cien mayores proyectos pendientes de construcción en el continente suman un presupuesto conjunto 200.000 millones de dólares (160.000 millones de euros), con tres áreas especialmente destacadas: transportes (90.417 millones de dólares), infraestructuras petrolíferas (35.500 millones) y energía (26.226 millones). Se trata de una lista ambiciosa y competitiva, que incluye desde el ultratecnológico tren bala que unirá Río de Janeiro y São Paulo -valorado en 18.000 millones de dólares- hasta los 46 millones presupuestados para mejorar la navegabilidad de los ríos Huallaga, Ucayali, Marañón y Amazonas en Perú. El mapa que conforma esa gigantesca red de infraestructuras constituye un estimulante escenario para el sector español de la construcción y la ingeniería, que ha sufrido en carne propia los demoledores embates de la crisis y sus efectos en el mercado interno, tanto en lo que se refiere a obra privada como a licitación pública.

Frente a ese oscuro panorama intrafronterizo, América Latina se alza como un terreno fértil y prometedor, apropiado no solo para los grandes nombres de consolidada proyección internacional -como es el caso de ACS, Ferrovial, Acciona, OHL, Sacyr o FCC-, sino también para las medianas empresas que aspiran a situarse al otro lado del Atlántico. A ello hay que sumar previsiones como las que advierten de que el gasto en infraestructuras para las cuatro próximas décadas en el conjunto del planeta se acercará a los 70 billones de dólares (56,6 billones de euros). Una impresionante oportunidad de negocio que está abierta para aquellos que quieran -pero, sobre todo, que sepan- posicionarse.

Frente a las grandes constructoras españolas, cuya experiencia internacional está sobradamente acreditada, los próximos años constituirán una prueba de fuego para las empresas medianas y pequeñas que quieran participar en estos proyectos. La magnitud faraónica de algunas de las obras exigirá además un contundente esfuerzo de concentración y reconversión en el sector, que este tiene pendiente hace mucho tiempo y al que ha sido instado repetidamente tanto desde las patronales como desde el propio Ejecutivo. Además, será necesario contar con la voluntad decidida de acumular experiencia fuera de nuestras fronteras y de diseñar con inteligencia una estrategia de diversificación del negocio. Se trata de un reto de extraordinaria importancia, que exige dejar de lado localismos, personalismos y particularismos empresariales y asumir de una vez por todas que el tamaño y la solvencia de los jugadores en el mercado se ha convertido en un factor determinante a la hora de competir en los campos internacionales. La durísima purga que la crisis ha supuesto para el sector de la construcción puede y debe convertirse en una oportunidad de oro para aprender definitivamente esta lección. Un ejercicio que, a día de hoy, no resulta solo conveniente, sino absolutamente necesario.

Esta lista de deberes por parte del sector privado tiene su contrapartida en una actitud renovadamente proactiva y contundente de los poderes públicos. Iniciativas como la nutrida representación de grandes empresas españolas que viajan estos días junto al rey Juan Carlos en visita oficial a Brasil y Chile constituyen un ejemplo del modo en que compañías privadas e instituciones del Estado pueden y deben trabajar hombro con hombro por los intereses de España. Los recientes acontecimientos que han socavado la seguridad jurídica de algunos países de América Latina como destino inversor -la expropiación de YPF en Argentina y de Red Eléctrica en Bolivia- hacen más necesaria que nunca esta alianza estratégica entre el sector privado y los poderes públicos. Con un mercado interno fuertemente contraído, la esperanza de la economía española está, ahora y en los próximos años, en el reto de la internacionalización. Se trata de una oportunidad de oro que no podemos permitirnos desaprovechar.

Más información

Archivado En

_
_