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Con la misma posición fiscal que España

EE UU paga el mínimo histórico por su deuda

Mientras la prima de riesgo española bate récords alcistas, el bono a 10 años de Estados Unidos, un país con similares niveles de deuda y déficit que España, cotiza a mínimos históricos.

El rendimiento de los bonos a diez años, que se mueven en sentido inverso que su precio, ha llegado a situarse por debajo del 1,65%, una tasa desconocida en la serie histórica. El hito se produce al mismo tiempo que la prima de riesgo española alcanza niveles no vistos desde la creación de la Unión Económica y Monetaria.

Desde que la administración de Barack Obama iniciase hace tres años un modesto plan de expansión fiscal, han sido muchas las voces alzadas advirtiendo de escaladas en los tipos de interés de la deuda. Esos pronósticos han quedado lejos de cumplirse, y eso que Estados Unidos no se ha caracterizado precisamente por su ortodoxia económica.

Así, la mayor potencia del planeta cerró 2011 con un déficit del 8,9% del PIB, exactamente el terrible nivel que ha reconocido España después de varios programas de ajuste y hasta dos revisiones al alza. También coinciden ambos países en su nivel de endeudamiento, que ronda el 70% del PIB. La relación entre rigor fiscal y castigo de los mercados parece, según lo visto, más bien tangencial: la prima de riesgo española registra máximos en la historia del euro, con los intereses del bono a 10 años superando el 6%, mientras los de EE UU no llegan al 2%.

La diferencia hay que buscarla en otros condicionantes económicos y monetarios. El producto interior bruto de EE UU avanzó en el primer trimestre un 2,2% en tasa anualizada, un periodo en el que el español se contrajo un 1,2%. Aunque el país norteamericano mantiene tasas de paro muy elevadas para sus estándares, el 9% de desempleo parece un nirvana en comparación con el 24% español. Los mercados ven en Estados Unidos una economía sólida que se recupera poco a poco de la crisis financiera, mientras España se sumerge en su segunda recesión en tres años y no ve ninguna luz al final del túnel.

A esos factores macroeconómicos hay que sumar el de política monetaria. La Reserva Federal ha desarrollado ya dos ambiciosos programas de quantitative easing (relajación cuantitativa), consistentes básicamente en la compra de deuda del Tesoro contra la que los mercados no se molestan en competir. A este lado del Atlántico, la influencia alemana ha otorgado al Banco Central Europeo un papel infinitamente más inhibido. Ha actuado poco, aunque, cuando lo ha hecho (como en agosto del año pasado), ha logrado frenar los ataques a los países periféricos.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, lleva una semana reclamando la intervención del BCE para separar la diana de España, más centrada que nunca a raíz de la nacionalización de Bankia y las dudas sobre la solvencia del sector financiera. Hasta ahora, sus peticiones han caído en saco roto.

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