La desconfianza se instala en el Ibex y dispara la prima de riesgo
El índice baja un 0,36% semanal, el peor de Europa, y el 'spread' roza los 500.
La confusión reina en los mercados. El resultado descafeinado de la cumbre europea del pasado miércoles, unos datos económicos que apuntan a la desaceleración, la desconfianza hacia el sector financiero español y la inquietud que genera el futuro de Grecia marcaron otra semana de alta tensión en los mercados. Los escenarios que se abren para Europa son de lo más inciertos y ante la falta de visibilidad la volatilidad impera.
La sesión del viernes fue un fiel reflejo de la inquietud dominante. Después de un arranque optimista, las Bolsas se adentraron en terreno negativo para después cerrar con ligeras ganancias en Europa. El Ibex sumó un 0,13% para concluir en los 6.543, lo que dejó el cómputo semanal en una caída del 0,36%. En el resto de la región, sin embargo, las subidas tímidas del viernes, del 0,25% de media, facilitaron avances semanales entre el 1,55% de la Bolsa Londres y el 0,81% del mercado italiano.
La Bolsa española volvió a situarse así en el furgón de cola. Los problemas del sector financiero, con Bankia de nuevo en el centro de todas las miradas por las ayudas públicas millonarias que requiere para sanearse y la nueva rebaja de rating de S&P a cuatro entidades españolas (la agencia colocó a Popular, Bankia y Bankinter en bono basura), así como el temor a problemas de financiación en las comunidades autónomas después de que Cataluña pidiera ayuda al Gobierno central para pagar las facturas, volvieron a acentuar la presión del mercado. La desconfianza hacia España no remite y en este contexto la Bolsa ha caído a niveles de mayo de 2003 mientras que la prima de riesgo sigue coqueteando con los 500 puntos básicos. El viernes cerró en 495.
La reunión de los líderes europeos el pasado miércoles, un encuentro preparatorio de cara a la cumbre formal que se celebrará a finales de junio, no trajo cambios sustanciales ni ninguna pista de las autoridades políticas sobre cómo estabilizar los mercados a corto plazo, lo que hace prever que la volatilidad será la nota dominante hasta que se celebren las elecciones en Grecia el próximo 17 de junio y se empiece a definir el futuro del país. Al final, los griegos tendrán la última palabra pero las posibilidades de que el país salga del euro nunca habían sido tan elevadas como hasta ahora. Un acontecimiento de implicaciones inciertas tanto para la región como la economía global que explica en gran medida el nerviosismo que se vive en el mercado y que se ha reflejado también en la cotización del euro. La divisa perdió la barrera de 1,25 dólares el viernes por primera vez desde el verano de 2010.
"El mercado descuenta una probabilidad de entre el 40% y el 60% de una salida de Grecia del euro y esta opción implicaría recortes superiores a corto plazo pero al mismo tiempo abriría la puerta a medidas más definitivas para el euro", resumen desde Banco Sabadell.
Los escenarios que se abren son numerosos. Un agravamiento de la crisis soberana puede resultar nocivo para los mercados pero al mismo tiempo también puede propiciar respuestas de calado de las autoridades políticas y monetarias que marquen el inicio de la recuperación. Lo peor para los expertos sería que la situación actual perdurara en el tiempo. El mercado quiere medidas que ayuden a fomentar el crecimiento de la región y una mayor integración fiscal. "Si Grecia sigue en el euro sin cambios políticos en Europa, el rally que se propiciaría en el mercado no sería consistente", añade Sabadell.
Los expertos no esperan respuestas contundentes de las autoridades europeas hasta que no se conozca el resultado de las elecciones en Grecia y muchos se encomiendan al BCE como el único capaz de mitigar la tensión a corto plazo si se recrudece el nerviosismo. "Las Bolsas seguirán muy presionadas hasta que el BCE decida actuar", auguran desde Link Securities. De momento, la autoridad monetaria lleva diez semanas sin comprar deuda en el mercado pese a las peticiones del Gobierno de Rajoy.
A la espera de acontecimientos clave como la reunión del BCE en junio y la cumbre europea, el impacto de la crisis soberana en el crecimiento global se ha convertido en otra preocupación. Los últimos datos económicos confirman día a día el deterioro económico como se vio esta semana con los índices PMI en Europa o la caída de los pedidos de bienes de equipo en EE UU. El punto positivo lo puso el viernes el índice de confianza del consumidor en EE UU al mejorar más de lo esperado para situarse en máximos desde 2007. Pese a todo, las Bolsas de EE UU cerraron sin grandes cambios.