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Las empresas se ponen birrete

La tradicional colaboración entre universidades y empresas culmina actualmente en las cátedras universitarias, centros de investigación y docencia con marca comercial. Los beneficios son múltiples. Los centros docentes obtienen una fuente de financiación estable que oscila entre 20.000 y 100.000 euros anuales por cátedra. Los alumnos acceden a una formación más práctica, becas y una vía laboral. Las empresas logran beneficios reputacionales, retornos de la investigación, detectar a los mejores alumnos y beneficios fiscales. ¿Alguien da más?

Empezaron en Estados Unidos hace una cincuentena de años. "Las universidades encontraron una fuente estable de financiación, y las empresas, una vía para investigar en cuestiones que las afectaban", explica Miguel Morán, director internacional en la consultora Círculo Formación.

Se trata de un maridaje de intereses complejo. "Los motivos para patrocinar cátedras son variados. Banco de Santander nos pidió financiar nuestra Cátedra de Derecho y Menores, muy reconocida, porque creía en su actividad y beneficiaba su imagen. Mientras que BP decidió hacer con nosotros la Cátedra de Energía y Sostenibilidad para investigar en temas propios de su actividad", cuentan fuentes de la Universidad Pontificia de Comillas.

La Politécnica de Madrid tiene 84 cátedras de grandes firmas españolas

La expansión del modelo por Europa ha enriquecido los tipos de colaboraciones. Cada universidad tiene un marco normativo propio, y cada centro docente negocia contratos detallados con las empresas para determinar el trabajo de cada cátedra. Las empresas quieren firmar sobre seguro, se juegan su marca. "Elegimos la Universidad Rey Juan Carlos por su calidad, y tras una trayectoria de trabajo conjunto decidimos hacer la Cátedra de Investigación Financiera y Forense KPMG", explica Ángel Requena, socio de Forensic de KPMG en España.

La negociación de los contratos no es sencilla. Suele estar dominada por la constante dialéctica de la empresa por servir sus intereses, y la universidad, por mantener su independencia. Annie Medina, directora del campus de Madrid de ESCP Europe, es tajante. "Una vez acordado el tema de investigación de la cátedra y fijadas las condiciones en el contrato, la empresa queda al margen durante los tres años de duración del mismo. Nuestros profesores son independientes". Dicho lo cual, Medina se muestra encantada del dinero aportado por las empresas, unos 200.000 euros anuales por cada proyecto de investigación, que suele repartirse entre las cátedras que la marca tiene en los cinco campus de ESCP Europe. "Ni siquiera una universidad privada tiene dinero para investigar, y las cátedras corporativas nos ayudan a ello. La relación es buena, y el único problema es que no haya más empresas con dinero para colaborar", asegura riendo.

Banco Santander deja hacer a las universidades a su antojo. "Nos acercamos a ellas para ofrecer nuestra colaboración y suscribimos acuerdos globales", asegura José Antonio Villasante, director general de Banco Santander y director de la División Global Santander Universidades. Emilio Botín es el patrono empresarial más querido, 120 millones de euros anuales gastados en las universidades de los países con presencia del banco, tres de ellos en 68 cátedras corporativas. "Jugamos el papel de mecenas y dejamos total autonomía. Las cátedras pueden investigar, organizar cursos o enviarnos becarios. Ni siquiera proponemos los temas y siempre estamos dispuestos a colaborar", añade Villasante. Un socio perfecto que no deja de reconocer los beneficios derivados de la labor de "mecenazgo y la desgravación fiscal" que ello supone.

Orange es la cara opuesta de Banco Santander en la gestión de sus cátedras. "Compartimos la dirección de la cátedra, estamos en el día a día y cada año fijamos los objetivos de forma conjunta. Nosotros nos beneficiamos de la investigación, y ellos, de las publicaciones científicas, porque realizamos una investigación puntera. Es un enriquecimiento mutuo, y por eso nuestras relaciones son estables", asegura Jesús Guijarro, mánager de RSC de Orange. La operadora da nombre a una cátedra de la Politécnica de Madrid desde 1999 y tiene casi una treintena repartidas por medio mundo.

Cada empresa se acerca de distinta forma a la Universidad. Las 26 cátedras de la Red de Cátedras de Telefónica trabajan de forma coordinada en tecnología. "Cada una tiene una especialización para lograr un think tank en el estudio del impacto de la tecnología en la sociedad", explica su portavoz. Por el contrario, las seis cátedras de Iberdrola en España investigan temáticas tan diversas como la informática o la dirección de empresas, y solo dos trabajan en temas relacionados con la energía. Vodafone ha elegido a su fundación como vehículo para trabajar en temas de inclusión social en sus tres cátedras españolas.

Empresas de todo tipo ponen su marca en las universidades, primando la investigación como denominador. La Universidad Europea de Madrid acoge sociedades tan variopintas como el Real Madrid, Sanitas, Indra o Lledó entre sus 15 cátedras corporativas. Las farmacéuticas Pfizer, Abbott o Roche han elegido a la Universidad Complutense de Madrid para investigar temas farmacológicos. "Tenemos 26 cátedras patrocinadas, fundamentalmente en las facultades relacionadas con la sanidad y en Económicas, y a todas las exigimos un proyecto serio que esté en consonancia con nuestros equipos de investigación o programas de máster", explica José Carrillo, rector de la Universidad Central madrileña.

Las mayores universidades politécnicas se llevan la palma. Lidera la Universidad Politécnica de Madrid, 84 cátedras de gigantes españoles como Repsol, Indra, Gamesa, Ineco, Sanitas, eléctricas, constructoras y hasta un conjunto de entidades navales que suman sinergias en la Cátedra Madrid Diseño de Yates en la ETSI Navales. "Las exigimos un compromiso mínimo de tres años y 30.000 euros anuales. La mayoría renueva y el 15% supera los 100.000 euros cada año. Estamos muy satisfechos porque de las cátedras derivan premios, becas, contratación de alumnos y cientos de contratos de investigación", asegura Javier Uceda, rector de la Universidad Politécnica de Madrid. Juan Juliá, rector de la Universidad Politécnica de Valencia, está igual de satisfecho. "Tenemos 40 cátedras corporativas en 13 escuelas, sobre todo de entidades financieras y empresas de tecnología; también de energía, sin olvidar a Renfe. Nos aportan de 30.000 a 90.000 euros anuales bajo el modelo anglosajón de patrocinio, fundamentalmente para investigación".

Las empresas que se acercan a la Universidad suelen invertir un 10% de su beneficio en ellas. La crisis ha hecho mella. La jovencísima Universidad a Distancia de Madrid (Udima) ha ideado una ingeniosa fórmula para coger comba. Juan Luis Rubio, vicerrector de relaciones Universidad-empresa, nos lo cuenta. "Nuestro objetivo es hacer cátedras corporativas de varias pymes con intereses comunes y hay una aproximación mutua para que nos ayuden en proyectos de investigación muy prácticos".

Las escuelas de negocios también tienen cátedras corporativas, aunque no puedan denominarse siempre así. "La cátedra es un término establecido reglamentariamente en las universidades, por eso preferimos que la colaboración con las empresas sea bajo el nombre de proyecto de colaboración, centro o instituto. En ellos se realiza una investigación de la misma envergadura que la universitaria", asegura Gracia Serrano, directora de calidad del ESIC.

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