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Con un ministerio en la mochila

Los jueves por la mañana toca Macroeconomía I a los estudiantes de primero de Económicas de la Universidad Complutense. El curso está a punto de terminar y hoy acabarán el capítulo de Política Fiscal. El profesor explica, haciendo un uso intensivo de la pizarra, conceptos como déficit público, deuda o saldo presupuestario y su relación con el ciclo económico, mientras los alumnos de la primera fila toman apuntes y los del fondo, como es habitual, atienden algo más distraídos. Es un auditorio distinto al que estaba acostumbrado este profesor titular de Fundamentos de Análisis Económico que hace apenas cinco meses dejó de ser ministro de Industria, Turismo y Comercio. Cuando en 2008 asumió la cartera, Miguel Sebastián Gascón tenía claro que volvería al aula una vez que acabara su paréntesis político y así lo hizo el 14 de febrero, renunciando al descanso de tres meses que el decanato concede en estos casos como periodo de descompresión.

A pesar de la inmediatez de la transición, algunos de sus alumnos desconocían su reciente pasado político. "Hasta pasado medio trimestre no supe que había sido ministro porque no hace mención alguna a su trayectoria pública", asegura Liliana, una alumna colombiana que convalida en España su licenciatura en Administración y Dirección de Empresas. Pero Sebastián sí tiene fresco el recuerdo de lo vivido. Tanto, que la primera tarea que se ha impuesto es contribuir a solventar uno de los problemas que padeció en su despacho: la falta de comunicación entre políticos y economistas. "Los primeros tienen una mala percepción de los economistas, a los que acusan de pronosticar solo el pasado y no tener sensibilidad social, mientras que los expertos consideran que los dirigentes públicos son cortoplacistas y solo toman decisiones cuando no hay más remedio. Por eso me propongo hacer de puente entre unos y otros", sentencia el exministro.

Para ello, en su clase se apoya tanto en las estadísticas oficiales (que hoy ha tomado del FMI), como en el manual del curso, Fundamentos de la Economía, de Paul Krugman, "que hemos tenido que complementar en el departamento porque el libro es anterior a la crisis", explica. Es precisamente la aplicación de la teoría económica a la situación actual lo que más valoran los estudiantes del expolítico. "No es un profesor tan de libro como de realidad", concluye Alberto, otro de sus alumnos, aunque esa permeabilidad suponga un plus de cautela para Sebastián. "Tengo que tener cuidado. No puedo ser crítico con el Gobierno y defender al anterior. Pero, al mismo tiempo, sería marciano explicar el déficit público y no referirme a las medidas adoptadas ahora o hace un año. Es un difícil equilibrio", puntualiza.

Los exministros del PP raramente vuelven a las aulas de donde proceden

Imbuir a la actividad docente de realismo es fundamental

La experienci política de decidir te hace aprender a comprender

Sebastián ha sido el último político en regresar a las aulas desde el despacho ministerial, un retorno que también han emprendido o anunciado el extitular de Educación, Ángel Gabilondo, o el exvicepresidente Manuel Chaves y que en el pasado ya realizaron algunos de sus predecesores como Carmen Calvo o César Antonio Molina, entre otros. En las filas populares el camino de vuelta es más infrecuente. Al margen de las colaboraciones del expresidente José María Aznar con la universidad americana Johns Hopkins, ninguno de sus ministros se dedica actualmente a la docencia como primera ocupación.

Sí lo hacen muchos de sus antiguos altos cargos, como el catedrático de Sociología Ricardo Montoro Romero, que en 2004 volvió a la misma aula de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) que había dejado cuatro años antes, cuando fue nombrado presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Aunque tiene claro que nunca volverá a la política, Montoro, hermano del actual titular de Hacienda y Administraciones Públicas, defiende con vehemencia la retroalimentación que se produce entre la docencia y la gestión política. "No se trata de contar batallitas, pero teniendo claro que lo fundamental es el programa académico, lo explicas de manera distinta, integrando, incluso de forma inconsciente en la asignatura, lo que has aprendido en tu experiencia pública y que no viene en los libros". En sus publicaciones y en su trabajo como investigador, el expresidente del CIS también asegura haber experimentado un cambio notable. "Quizás haya perdido algo de la disciplina universitaria, pero ahora me interesan mucho más los acontecimientos políticos más pegados a la actualidad", reflexiona Montoro, que ilustra la evolución de sus inquietudes intelectuales tras su experiencia política en el gran salto que encuentra entre su primer trabajo, Habermas y la comunicación, y su último estudio centrado en los resultados del 20-N, Generales de 2011: El nuevo giro de España.

"A los jóvenes les interesa mucho más la realidad que pueden encontrar en ti que el saber abstracto", coincide el catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense Francisco Calvo Serraller. Su experiencia como director del Museo del Prado y como asesor y crítico de arte en las páginas de Babelia le aportan esa dosis de realismo que considera fundamental para su actividad docente "porque es muy distinta una realidad que lees a una realidad que vives".

La universidad y la política no representan, sin embargo, mundos tan diametralmente opuestos para el ministro de Educación en el último Ejecutivo socialista, Ángel Gabilondo, que ha vuelto a su cátedra en la UAM. "La gestión pública tiene un mayor componente de inmediatez y pragmatismo frente a la serenidad del campus, pero la esencia es la misma: la del compromiso con unos valores sociales, cívicos y políticos, buscando la implicación de todos en la mejora del conocimiento", afirma. Por eso, el también exrector de su universidad no cree que sus vivencias como político vayan a modificar sustancialmente su método: "Soy profesor desde muy joven y tengo una manera de ser y de hacer. Procuro no perder la frescura y el compromiso, aunque la experiencia real de lo difícil que es decidir o elegir, que es en lo que consiste la política, te hace aprender a comprender. No quiero dejar de criticar cuando haya que hacerlo, pero entiendo que hay que corresponsabilizarse sin buscar culpables". Es una de las lecciones que se lleva de su anterior despacho en la calle Alcalá de Madrid (sede del ministerio) a sus clases de Metafísica en el campus de Cantoblanco.

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