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Cuando Bankia era una gran inversión

Me cuenta un compañero sobre la OPV de Bankia. "En la red de oficinas tenían un indicador en tiempo real de las acciones que estaban vendiendo cada uno de los empleados". "Entre tú y yo, está previsto que nuestras acciones suban unos dos euros en el año", confiaba un empleado a Juande Portillo y David Pérez, compañeros míos que en la etapa de la OPV de Bankia hicieron la clásica ronda de incógnito por sucursales de las entidades que vendían las acciones.

Yo, confieso, no daba medio euro por la salida a Bolsa de Bankia. Pensaba que no había forma humana de que saliera a cotizar, más que nada porque la CNMV, que sabía lo que venía, obligaba a tener un tramo institucional importante en la OPV. Hablando en plata, con la red comercial funcionando a toda máquina, Bankia podría vender hoy acciones de Lehman o deuda pública islandesa. Con los grandes inversores es otra cosa. De ahí que la CNMV prohibiese que Bankia vendiese acciones solo en oficina.

Con esta premisa, me parecía imposible que un fondo de inversión invirtiese en Bankia. Una vez más, me equivocaba. Era evidente a todas luces que la OPV de Bankia era una operación forzosa por los planteamientos que mandaban en la elite política y económica: Bankia debía salir adelante por sus propios medios, para dar confianza a los inversores. O algo así.

Estos inversores, no obstante, llevaban tiempo huyendo de la banca española. Y, si no compraban acciones de Santander, con un PER de 7,5 veces, ¿iban a comprar Bankia, procedente de siete entidades muy tocadas por la burbuja, a un PER de más de 20? Si vendían títulos de la banca mediana a 0,6 veces su valor en libros, ¿por qué iban a comprar Bankia a 0,5 veces? Ésa era mi reflexión.

Nunca sabremos si hubo algún inversor extranjero que compró acciones, toda vez que Bankia no desagregó los datos de demanda en la OPV. Solo sabemos que en el tramo institucional la demanda fue justita (110% de la oferta) pese a una rebaja del precio del 15% sobre el mínimo previsto.

Sí sabemos que la banca española, a toque de corneta, participó en la operación. Era cuestión de Estado. O de estabilidad financiera. O de patriotismo. O de algún otro motivo grandilocuente capaz de justificar la dudosa aplicación, por parte de los fondos, de su mandato fiduciario, al invertir dinero de sus clientes por motivos quizá distintos al interés de éstos.

Y Bankia salió a Bolsa. Los particulares pusieron 2.000 millones. Desde entonces ha perdido casi la mitad de lo que valía y, ahora, entre todos todos, tendremos que poner otros 15.000 millones de euros. Y lo que vendrá después. Dijo Guindos que pondrá lo que haga falta. Para educación, sanidad o investigación no hay dinero. En fin, son cosas que se explican por sí solas. Aquí, el tríptico de la OPV. Advierte de los riesgos, sí. Las cuentas estaban validadas, sí. Todo era legal. 

Hoy, que Madrid es un poco catalana, es buen día para poner Manel. También es un pequeño homenaje al gran Pep. Gràcies, fins aviat.

Música contra la crisis. Manel, Boomerang

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