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Columna
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Los mercados votan a favor del euro

Las empresas se dividen cuando los directivos piensan que el todo vale menos que la suma de las partes. Dicen que las empresas más pequeñas son más flexibles que las organizaciones unidas artificialmente en una sola entidad excesivamente burocrática. Los inversores suelen estar de acuerdo y los precios de las acciones normalmente crecen con los rumores de una separación. El caso del euro es diferente. El miedo a una ruptura está haciendo caer su precio.

El voto del mercado a favor del euro suele interpretarse como un voto contra los problemas que acompañarían a un retroceso a las divisas nacionales. Sí, el euro ha caído de 1,32 dólares a 1,25 desde el comienzo de mayo debido a que una salida de Grecia causaría todo tipo de dolores, incluso para los miembros más fuertes. Una recesión sería inevitable, como tras la quiebra de Lehamn Brothers en 2008. Sin embargo, aunque las previsiones más pesimistas pueden estar justificadas, es un tributo en sí mismo a los beneficios de la integración transfronteriza en la zona euro. Los lazos financieros son tan ajustados que romperlos causaría una gran cantidad de problemas.

El juicio del mercado sería el mismo incluso si los operadores creyesen que una división del euro pudiese ser gestionada sin demasiado estrés financiero adicional. Una escisión de la moneda podría revertir significativas economías de escala. Con tipos de cambio flotantes, las empresas serán más nacionales y menos europeas, los flujos de capital serán cada vez más caprichosos y Europa se verá ninguneada en las negociaciones internacionales.

Las divisas nacionales serían más flexibles y menos burocráticas que el euro. Los Gobiernos estarían más dispuestos a usar la inflación y la devaluación para evitar abordar los retos económicos estructurales. La pérdida de una moneda global sería perder los beneficios potenciales de poseer una moneda de reserva mundial. El euro podría reemplazar algún día al dólar; el marco alemán no. Podría haber sido mejor no haber empezado con la moneda única sin una mayor unidad política y fiscal. Pero tras 14 años de experimento, la división sería destructiva.

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