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En la gestión de las finanzas personales, lo primero eres tú

Cuando se nos ofreció la posibilidad de ser parte de la blogosfera de cincodias.com, una de las decisiones más difíciles que tuvimos que tomar fue la elección del título del blog de Abante. Decidimos: "Eres tú, no tu dinero". Toda una declaración de intenciones, que nos obliga y en la que creemos firmemente.

Tiene que ver con los temas sobre los que queremos conversar en este espacio y que abordaremos desde dos perspectivas distintas, aunque en el fondo, se trate de un mismo problema.

En primer lugar, entendemos el dinero como un medio, al servicio de las personas, y no como un fin en sí mismo. El dinero lo ganamos, lo gastamos y cuando decidimos ahorrarlo, lo hacemos para consumir en el futuro. Esto eleva el nivel de responsabilidad que cada uno tenemos, en tanto que somos inversores, sobre nuestra estabilidad financiera presente, pero también sobre nuestro futuro. Este punto de vista, nos obliga a pensar no solo en el excedente disponible para ahorrar en el momento actual -"cuando tenga dinero iré a verte", dicen algunos- sino en las finanzas personales como un todo, en el que hay que considerar lo profesional, lo personal, lo empresarial, lo presente y lo futuro, las inversiones financieras y las no financieras, los ahorros y las deudas, los aspectos fiscales y jurídicos de la gestión de patrimonios, etc… y ello con independencia del dinero que el inversor tenga disponible para invertir.

En segundo lugar está la relación entre entidades e inversores en sus múltiples facetas. Hablaremos de la evolución reciente y de la situación actual de la oferta de productos y servicios, y también de las últimas novedades y tendencias en la gestión y distribución de productos y en el asesoramiento financiero, tanto en España como en el mundo.

En este sentido, pensamos que en la relación entidad-cliente, la alineación de intereses y la muy olvidada, alineación de plazos son esenciales. Pero para dar ese paso, es absolutamente necesario y soplan vientos de cambio en este sentido, que el cliente gane peso en esa relación, tradicionalmente enfocada en el producto. Spinoza, en siglo XVII, advirtió que “la duda nace siempre que se estudian las cosas sin orden”. De igual forma, en la relación entidad-cliente y en la planificación y gestión de las finanzas personales se trata, primero, de la persona, de sus necesidades y objetivos, de sus problemas y de sus posibilidades para decidir bien y, después, como respuesta a la pregunta de ¿para qué invierto?, de la adecuada gestión de las inversiones.

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