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Columna
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Facebook, lo mejor y lo peor del capitalismo

El estreno en Bolsa de Facebook del viernes muestra lo mejor y lo peor del capitalismo. Un deplorable circo acompaña al logro empresarial de transformar un proyecto de dormitorio de universidad en una compañía valorada en más de 100.000 millones de dólares en ocho años. Una pobre gobernanza corporativa, el amiguismo de Silicon Valley, expertos sin aliento arrojando informaciones erróneas, banqueros en sudadera e inversores maniacos están expuestos. Y, sin embargo, la otra cara es de admirar.

El evento más importante del año en Wall Street se convirtió en un completo circo, incluyendo un retraso de media hora en el comienzo de la cotización de las acciones en el Nasdaq. Analistas reputados de los mercados debatieron durante cantidades incontables de tiempo sobre si la vestimenta del fundador, Mark Zuckerberg, fue un desaire a los inversores, mientras los financieros hacían la pelota al joven de 28 años. Pero aún hay un lado más oscuro. No está muy claro en qué se convertirá Facebook o incluso lo que quiere ser. Esto, junto al rápido crecimiento de la red social, permite tener grandes sueños a los inversores. La precipitada complacencia dejó poco que temer a Zuckerberg sobre su control, y el mercado gris permitió a las personas de dentro de la empresa beneficiarse con información asimétrica antes de la OPV. En cuanto estos vendieron, la masa fue invitada a comprar a un nivel de 25 veces los ingresos.

La publicidad a bombo y platillo y la codicia son a menudo la mejor manera de interrumpir el letargo económico, desplegar nuevas tecnologías y nuevas formas de organización empresarial. Los beneficios de los booms ferroviario, eléctrico, de las telecomunicaciones y de la informática superaron los costes de especular.

Las mismas dinámicas son evidentes en Facebook. Zuckerberg empezó con una simple idea que se convirtió en una vía gratuita de tráfico en internet. La perspectiva de ser parte del próximo gran fenómeno atrajo dinero de todo el mundo y animó a los mejores programadores a llamar a su puerta. Empresarios de todas partes se han inspirado y han construido negocios apoyados en Facebook. Entre la locura de la OPV, lo que está exhibiéndose es el verdadero genio del capitalismo: la habilidad de aprovechar el exceso.

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