Ryanair pisa un terreno peligroso

La compañía aérea Ryanair mantiene desde su irrupción en el mercado una política comercial muy agresiva. Primero la practicó con su competencia para abrirse un hueco respetable en el mercado, con tarifas que rozaban la venta a pérdida, y una vez tomada la posición, la ha practicado con la clientela para engordar sus márgenes de forma poco elegante. Ha terminado imponiendo determinadas medidas al equipaje de mano del pasaje para acceder al avión, cobra los seguros, la facturación en el mostrador del aeropuerto, etc., y ha convertido la factura del low cost en un divertido escandallo de costes. Además, ha pisado con su política temeraria territorios delicados como la discriminación por nacionalidades por circunstancias totalmente ajenas al negocio de la aviación comercial. Ahora, en una práctica extravagante más, pretende cobrar 50 euros a quien acompañe a su equipaje de mano una bolsa de las tiendas del aeropuerto, y ha abierto una guerra con Aena, que alerta a la clientela de que es absolutamente legal portar la bolsa e ilegal cobrar por ella.

Ryanair es muy libre de practicar políticas de marketing circense como las habituales de su consejero delegado. Pero no puede invadir el terreno de los derechos del pasaje protegido por la ley, que tiene que ser defendido por las autoridades con absoluto celo.