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La revolución se apellida Tsipras, no Hollande

Bruselas y el resto de capitales europeas están digiriendo sin problemas la pequeña revolución de François Hollande: Pero quizá se les atragante un terremoto político llamado Alexis Tsipras.

Tsipras es más joven que Hollande (nació en 1974, así que va a cumplir en julio"solo" 38 años, dos menos que Felipe Glez. en 1982). Mucho más de izquierdas. Y, sobre todo, tiene una verdadera causa por la que luchar, lo cual siempre resulta más peligroso para los discursos dominantes.

El líder del segundo partido más votado en las elecciones del pasado domingo en Grecia (SYRIZA, una coalición que se define como izquierda radical, renovadora, ecologista y feminista) quiere demostrar que es posible reformar el país y mantenerlo en la zona euro sin necesidad de someterse a la quimioterapia presupuestaria recetada por la UE y el FMI a instancias de Berlín. "Somos como el Barcelona, jugamos con fantasía", es la comparación que suele hacer Tsipras, según nos cuenta la gran especialista en la actualidad griega, María Antonia Sánchez-Vallejo.

Tsipras, con un aspecto más próximo a los fundadores de Google y Facebook que al de un iconoclasta revolucionario, quiere formar un gobierno de coalición progresista que investigue lo ocurrido en Grecia durante los últimos años.

Su propuesta de gobierno incluye: la paralización del programa de ajuste; la abolición del privilegio de inmunidad de los parlamentarios y la reforma de la ley electoral; y una moratoria en el servicio de la deuda (es decir, dejar de pagar los multimillonarios intereses) para que una auditoría internacional determine el origen de tantísimo número rojo. Seguro que los Papandreu y los Karamanlis y las empresas de armamento y los bancos franco-alemanes pueden aportar datos importantes a esa investigación.

Parece un plan utópico. Pero Grecia ha llegado al límite y todo es posible, como demuestran los resultados del domingo. SYRIZA ha pasado de 13 escaños a 52 (a solo un punto porcentual de los vencedores, Nueva Democracia). Y si se repiten las elecciones y logra convertirse en la primera fuerza, obtendrá los 50 escaños que la ley electoral otorga al vencedor. Un mecanismo que hasta ahora favorecía a los dos grandes partidos, pero que podría tener un curioso efecto retroceso si acaba sirviendo para favorecer una alternativa política.

Quizá Tsipras no logre su sueño. Y cabe el peligro de que todo acabe en una traumática salida del euro y una crisis aún peor. Pero por lo pronto ya ha conseguido dinamitar electoralmente las dos familias políticas (los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas del Pasok) que se han repartido el poder y algo más desde 1974. Y que dejaron el país al borde de la bancarrota y pasaron la factura a su población.

Imagen (tomada del diario griego ekathimerini): Alexis Tsipras, líder de SYRIZA.

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