Hollande, sin tiempo que perder
Los franceses han elegido a un presidente socialista sin experiencia en poder ejecutivo y un escaso conocimiento de los problemas internacionales. Considerando a dónde han llevado a Europa los experimentados líderes europeos, no debería ser una gran preocupación. Pero si el nuevo presidente Hollande piensa que puede tomarse unos meses para aprender el trabajo, Grecia es un recordatorio fuerte de que debería acortar su periodo de adaptación.
Hollande defendió un programa de reformas moderadas y poco sufrimiento, prometiendo aumentar los impuestos para cualquier gasto extra por los que aboga para reducir las crecientes desigualdades en Francia. Su aparente determinación a ignorar el mayor problema de la economía francesa, su falta de competitividad, solo se compensa por el punto de vista centrista y moderado que tiene para la mayoría de las cosas. El primer viaje al extranjero del nuevo presidente electo será a Alemania, para visitar a Angela Merkel. El nuevo líder francés defendió durante su campaña un mayor crecimiento y una menor austeridad. Mientras mantenga su promesa de poner en orden las finanzas francesas, no debería ser un problema para Berlín. La canciller alemana, debilitada políticamente por sus reveses electorales, debería adaptarse a él. Su ministro de Exteriores ya habla de trabajar en un pacto de crecimiento con Francia.
Hollande se ha convertido en el símbolo de una nueva fase en la crisis del euro, surgida desde que los Gobiernos empezaron a hablar del futuro, cuando la austeridad era considerada como la única solución. Su liderazgo y perspicacia política serán probados antes de que detalle sus ideas para Francia. Tendrá que explicar lo que sugiere para Grecia y para otros miembros de la eurozona en problemas. ¿Cómo impulsará el crecimiento en unas economías sin liquidez? ¿Y qué sugiere hacer en el corto plazo? Descubrirá que su nuevo trabajo no solo trata sobre los franceses.
Por Pierre Briançon