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La autoridad monetaria, en Barcelona

El BCE alaba los esfuerzos de España pero pide reformas más ambiciosas

El BCE dio un espaldarazo a España ayer al comentar que ha realizado "esfuerzos significativos" en poco tiempo y mostrar su "absoluta confianza" en las medidas emprendidas, pero no desaprovechó la ocasión para pedir reformas más ambiciosas y para defender la disciplina fiscal como punto de partida de la salida a la crisis. Draghi, que mantuvo los tipos en el 1%, aplazó a junio la decisión de nuevas medidas de estímulo.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante una reunión con el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante una reunión con el presidente del Banco Central Europeo, Mario DraghiEFE

Tenemos absoluta confianza en que las medias fiscales y las actuaciones adoptadas en el frente bancario se implementarán en España. El historial del país es bueno", aseguró ayer Mario Draghi, presidente del BCE, en la rueda de prensa posterior al consejo de gobierno celebrado en Barcelona. Un voto de confianza que llega en un momento delicado para el país, en el ojo de mira de los mercados. Eso sí, las alabanzas también vinieron acompañadas de una petición de reformas "más ambiciosas" en España y Europa y, aunque Draghi reconoció que el apoyo al crecimiento debe ir ganando protagonismo, volvió a insistir en la consolidación fiscal como clave para salir de la crisis.

La expectación que rodeaba ayer a la reunión del BCE en Barcelona era muy alta. Las enormes medidas de seguridad desplegadas por la ciudad para asegurar la buena evolución del evento daban cuenta de la importancia de la cita. En pleno rebrote de la crisis soberana y con España en el epicentro de la tormenta, tanto el diagnóstico económico de la autoridad monetaria como el lugar del encuentro habían disparado el interés.

El BCE no se salió del guion previsto y aplazó a junio un nuevo diagnóstico para la zona euro y la decisión de si serán necesarias medidas adicionales de estímulo. Mantuvo los tipos de interés en el 1% y no anunció ningún tipo de medida extraordinaria, para decepción del mercado, pero sí ahondó en uno de los temas que más interés suscitaba, en concreto, su postura sobre la necesidad de adoptar un pacto de crecimiento en Europa. El presidente del BCE reconoció la conveniencia de convertir el crecimiento en una prioridad -sin entrar a valorar las sugerencias de François Hollande sobre los límites de la disciplina fiscal-, pero incidió en la necesidad de aplicar rigor para salir de la crisis. Defendió que es necesario "buscar una senda para el euro, ver dónde nos vemos en un plazo de 10 años. Es por eso que la consolidación fiscal es tan importante, es el punto de partida". Un dictamen que confirmó que el BCE se alinea con la tesis alemana de mantener las políticas de recortes que imperan en Europa.

Draghi insistió en que la austeridad no está reñida con políticas que fomenten el crecimiento y explicó las recetas que deben aplicarse para lograr este fin. En concreto, su definición de pacto de crecimiento se resume en tres medidas: reformas estructurales, fomento de la competitividad y reforma del mercado laboral. Reconoció que Europa necesita acabar con el desempleo y para lograrlo insistió en la necesidad de aumentar la flexibilidad, la movilidad y la equidad, una alusión a la elevada tasa de paro juvenil.

El apoyo al crecimiento, en definitiva, debe sustentarse en las políticas que muchos países, como España, ya tienen en marcha. Y la clave, según Draghi, es que se vayan completando, algo que confía ocurra en nuestro país.

El BCE no quiso aclarar si implementará más subastas de liquidez a largo plazo. "No puedo comentar si habrá más", recordó Draghi, al tiempo que reconoció que aún es pronto para renunciar a las medidas extraordinarias adoptadas para paliar la crisis. En cualquier caso, resaltó los efectos positivos de las dos megainyecciones y recordó que hace falta tiempo para calibrar si los efectos se han agotado.

Draghi apenas se pronunció sobre el margen que tiene el BCE para paliar rebrotes puntuales de tensión en el mercado. En referencia al programa de recompra de deuda, reconoció que el instrumento sigue ahí, pero no quiso dar pistas sobre su reactivación. Tampoco quiso dar pistas sobre los próximos movimientos de tipos y no aclaró si el 1% actual es un suelo o no para la institución que preside.

El diagnóstico económico, pese a los pésimos datos de actividad de la víspera, no fue malo. Reconoció que los riesgos se han incrementado pero aun así confía en que la actividad se recupere gradualmente en la segunda mitad del año. Un pronóstico que el Banco Central Europeo confirmará o no en junio, cuando revise las revisiones de crecimiento.

El presidente del BCE volvió a poner la pelota sobre el tejado de los Estados al recordar que los Gobiernos deben corregir "los desequilibrios y las debilidades" de sus economías.

Los mensajes del Banco central europeo

 

Las decisiones sobre la barra libre de liquidez para la banca se tomarán en junio

El mercado ya sabe que tendrá que esperar al menos un mes para conocer la decisión del BCE sobre la herramienta que ha demostrado más eficacia a la hora de calmar la crisis de deuda soberana de la zona euro, las subastas de liquidez a la banca. En especial, las megasubastas de noviembre y febrero con las que inyectó en conjunto un billón de euros a un plazo de tres años en las entidades financieras europeas. Mario Draghi avanzó que será en junio cuando el BCE anuncie su postura. La institución decidió el pasado diciembre que ofrecería liquidez sin límite en sus subastas hasta el mes de julio de este año, lo que incluyó la inyección a tres años del mes de febrero. Pero será dentro de un mes cuando aclare su postura sobre la barra libre de liquidez a la banca, tanto a corto como a largo plazo. En el plazo más inmediato, no habrá nuevas medidas de estímulo, después de dejar ayer sin cambios los tipos de interés. Y sobre el efecto de las dos megasubastas a tres años, Draghi señaló que habrá que esperar un tiempo para valorar su contribución al restablecimiento del crédito.

Las compras de bonos soberanos no son un programa "eterno ni infinito"

El presidente del BCE no se salió ayer del guion ni en una sola coma en lo referente a las compras de deuda soberana, activadas en 2010 con el estallido de la crisis de Grecia pero congeladas desde hace semanas, a la vista de que las inyecciones de liquidez a tres años a la banca habían conseguido rebajar la presión sobre la prima de riesgo de los países de la periferia europea. Sin embargo, dos meses después de la segunda megasubasta del BCE, su efecto balsámico ha pasado y el mercado reclama la activación de nuevas medidas extraordinarias o no convencionales, según el particular argot del BCE. Draghi no alimentó ayer precisamente la expectativa de nuevas compras de deuda soberana y se limitó a recordar que es un programa que "sigue ahí", aunque "no es eterno ni infinito". La simple mención de adquisiciones de deuda por parte del BCE en el mercado secundario tiene la virtud de relajar las primas de riesgo pero la institución lleva siete semanas consecutivas sin realizar nuevas compras, tras un saldo de adquisiciones de 214.000 millones de euros.

La presión en la deuda y las dudas en la banca siembran incertidumbres sobre el crecimiento

El escenario económico que maneja hoy por hoy el BCE es el de una recuperación paulatina de la zona euro en lo que resta de año, pero sin obviar las incertidumbres que siguen frenando el crecimiento, como las tensiones en el mercado de deuda soberana y los ajustes pendientes en los balances bancarios. "En los últimos meses se ha visto una estabilización en la actividad económica, pero los indicadores más recientes muestran que es la incertidumbre la que prevalece. Seremos capaces de ser más claros en nuestro análisis el próximo mes", avanzó ayer Mario Draghi, con lo que dejó la puerta abierta a que el mercado y los inversores comiencen a especular sobre cuáles serán las decisiones que tome el BCE el próximo mes, desde nuevas subastas de liquidez a rebajas del tipo de interés de la facilidad de depósito -donde la banca aparca la liquidez que le sobra- o incluso una nueva rebaja de los tipos desde el 1% actual.

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