Draghi deja para junio las medidas de estímulo
Todo sigue igual en el universo del BCE. Pero solo de momento. Draghi ha rebajado la dureza de su discurso y ha dejado abierta la puerta a nuevas medidas de estímulo. Eso sí, habrá que esperar a la reunión de junio. El BCE quiere tener todos los datos en la mano.
Ni rebaja de tipos, ni nueva barra libre de liquidez para la banca, ni relajación en las siempre necesarias reformas estructurales. La reunión mensual del Banco Central Europeo (BCE) ha dejado pocas novedades palpables sobre la mesa. Pero en el discurso de su presidente, Mario Draghi, sí se ha notado cierto cambio. No es que el alto cargo haya bajado la guardia en ningún momento ni haya parado de pedir disciplina fiscal y reformas a los países, pero al menos ha dejado una ventana abierta para un cambio en la política del supervisor en la reunión de junio.
Todo dependerá de los datos que entonces tenga en la mano. Con la prudencia que caracteriza a la institución y la necesidad de convencer con cifras contundentes a las muy diversas corrientes que se sientan a la mesa del consejo, el BCE no quiere adelantar acontecimientos. Pero ha sido significativo que, sin mediar pregunta, Draghi haya dejado caer que en junio se informará sobre las subastas de liquidez a la banca. También ese es el plazo que se ha dado para tener listo "un análisis económico más fino", que permita determinar hacia dónde se escora la zona euro, si hacia la recesión (el mal dato de empleo en Alemania demuestra que nadie está a salvo) o hacia la recuperación (como se pensaba hace muy poco). "En los últimos meses se ha visto una estabilización en la actividad económica, pero los indicadores más recientes muestran que es la incertidumbre la que prevalece. Seremos capaces de ser más claros en nuestro análisis el próximo mes", ha señalado Draghi.
Nada se ha dicho sobre lo que se hará con esa información. Por supuesto, si la banca empieza a abrir el grifo y reparte los millonarios fondos conseguidos en las subastas del BCE en forma de créditos a particulares o comienza a prestarse entre sí, no sería necesaria otra barra libre de liquidez. Y si el incendio de la deuda soberana española e italiana se calma, tampoco. El mismo resultado tendrían unos indicadores macroeconómicos más esperanzadores de lo que señalan los últimos datos, aunque en este caso lo que podrían frenar es una rebaja de tipos.
Pero si los datos pueden inclinar la balanza hacia ese lado, también pueden llevarla al otro: al de más medidas extraordinarias de estímulo. Draghi ha reconocido que a una determinada distancia lo único que se ve es niebla.
Lo importante esta vez y lo que marca el cambio de discurso es que hay un plazo. Puede que Draghi haya repetido varias veces que es pronto para saber cuál es el efecto final de las subastas de liquidez (al margen de que el inmediato haya sido "evitar un colapso del crédito", como le gusta remarcar al presidente del supervisor), pero ahora al menos ya se sabe que no se va a esperar eternamente a ver qué pasa. Lo mismo sucede con el escenario macroeconómico: parece el BCE no va a dejar que se deteriore (más todavía) sin tomar medidas.
Eso sí, tampoco tiene demasiada prisa. "Puedo entender la rabia de los ciudadanos", ha dicho el alto cargo, interpelado por el impacto de las medidas de austeridad que han tenido que aplicar algunos países para recibir ayudas o sobrevivir al ataque de los mercados. "Pero la respuesta que podemos dar los gobernantes es estar seguros de que las medidas que implementamos o sugerimos son las correctas e intentar hacer nuestro trabajo lo mejor posible". Y es que la ortodoxia alemana sigue pesando como el plomo en el consejo de gobierno del BCE. Solo los datos a los que tanto apela Draghi pueden cambiar la tendencia.