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Un entorno emprendedor

Las escuelas de negocios se han convertido en un factor multiplicador del emprendimiento. Frente al viejo modelo de escuelas dirigidas a las elites empresariales que se forman o actualizan sus conocimientos, han aparecidos programas, seminarios y encuentros dirigidos específicamente a quienes quieren aprender a emprender o a innovar. El Master en Business Innovation de Deusto Business School es un buen ejemplo de esto último. Porque a innovar, a descubrir las oportunidades y transformarlas en negocio también se puede aprender.

En este contexto, las escuelas están apoyando la transformación. La primera razón para el cambio tiene que ver con el carácter y con los valores. La proliferación de emprendedores en España nos indica que algo está cambiando. Hemos descubierto que no hay sectores al margen de la crisis o empresas para toda la vida, esas que tanto le gustarían a nuestras madres. Por eso, muchas personas se han decidido a emprender una aventura, a perseguir una idea o a jugársela. Otros grupos, claramente perjudicados por la situación actual, se animan porque es la única salida. Aunque ha decaído la actividad, resulta muy interesante ver que la actividad emprendedora ha crecido en tres grupos de especial interés: el segmento más joven (entre 18 y 24 años), los mayores de 50 años y las mujeres. Es un dato para la esperanza que recoge el Informe GEM España 2011.

El segundo elemento es el entorno económico. Las escuelas pueden demostrar que se pueden emprender de otra manera, quizás inspirados por los shared values que defiende Michael Porter y Mark R. Kramer. El caso de ESADE Entrepreneurship Institute o el Impact Weekend que organiza IE Business School son ya una referencia obligada para quienes empiezan. En tiempos de incertidumbre, el cambio debería venir acompañado de otras medidas fiscales y de financiación para apoyar las nuevas ideas. Pienso en concreto de las desgravaciones para inversores privados (mejor una aventura empresarial que el tipo de interés actual), incentivos para la contratación, el fomento de la innovación abierta (grandes empresas compartiendo licencias y conocimientos con quienes empiezan), entre otras medidas de choque. Veamos qué ha funcionado en Chile o Países Bajos y adaptémoslo a nuestro ordenamiento. Mención especial merece Israel, esa Start-Up Nation.

En tercer lugar, es un espacio para dotarse de sustento académico. Porque los métodos de trabajo, del estudio del caso a los nuevos formatos de design thinking, nos dan unas pautas de comportamientos, nos ayudan a generar redes sociales y ponen en contacto el talento.

En síntesis, las escuelas de negocios pueden ser aliadas para la generación de ecosistema emprendedor que nos ayude a salir de la crisis. Encuentros como el de hoy en Deusto Business School con @anamariallopis @InakiOrtega y Raúl del Pozo (@Cink_Emprende) son imprescindibles. La misión de los centros de educación ejecutiva está llamada a ser un espacio de encuentro y conversación entre profesores, expertos, profesionales y nuevos emprendedores. La ruta está marcada.

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