Conservar lo construido en la crisis: invertir en futuro
El Gobierno cierra los Presupuestos Generales del Estado a primeros días de abril, y no es necesario ser adivino para anticipar tiempos durísimos para la ingeniería y la obra pública. El ministro De Guindos ya ha anticipado un recorte de inversiones llegará al 40%. O sea, que es fácil pensar que la licitación de obra nueva será mínima, y llegaremos, pues, al cuarto año consecutivo de fuerte contracción presupuestaria en inversión pública destinada a ingeniería pública.
La situación económica española es tan difícil que hace comprensible estas políticas de extrema dureza. Sin embargo, el presente momento crítico no exculpa a los dirigentes públicos de la responsabilidad de mantener y conservar el patrimonio público en carreteras, ferrocarriles e infraestructuras hidráulicas, entre otras, en la mejor situación posible.
Las cifras avalan la necesidad de invertir en el mantenimiento y conservación de las infraestructuras construidas. Es sabido que cada euro invertido en ello ahorra otros cinco en los siguientes cinco o diez años, y hasta 125 euros más en otros 45 ó 50 años, por lo que podemos hacernos una idea de la importancia de la inversión de cara a un ahorro progresivo y al mantenimiento de las infraestructuras públicas ya construidas.
En España existen más de 1.400 grandes presas y más de 100.000 balsas cuyas edades medias se encuentran cercanas a los 45 años. El valor total del patrimonio español de grandes presas supera los 20.000 millones de euros y los beneficios generados se estiman en unos 30.000 millones de euros, lo que equivale, aproximadamente, al 3% del PIB. El mantenimiento de este potencial como infraestructuras generadoras de bienestar e importantes ingresos para las arcas públicas debe ser, como mínimo, de unos 210 millones anuales, que serán fundamentales para preservar las presas en condiciones adecuadas y, sobre todo, para garantizar su seguridad y la de la población.
También la red viaria española precisa que, puesto que las licitaciones en obra pública e ingeniería sufrirán un fortísimo recorte, las administraciones realicen inversiones en mantenimiento que redunden en una mayor seguridad de los ciudadanos y significarán un avance en la consolidación de la vertebración del territorio emprendida hace años. Mientras en nuestro país existen más de 165.000 km de carreteras, por las que circula el 86% del transporte interior de mercancías y el 90% del de personas, tan solo invertimos en su conservación 1,67 euros por cada kilómetro construido.
Sin embargo, el promedio de los países de nuestro entorno es de 3,04 euros. España invierte la mitad que la media europea, empleando el 0,06% del PIB en este sentido, mientras en Europa la media es del 0,10%. En resumen, nos encontramos muy lejos de invertir las cifras adecuadas para el mantenimiento de nuestra infraestructura viaria.
La optimización de las infraestructuras y los recursos empleados en su mantenimiento debe ser global, logrando unir criterios económicos y medioambientales a los de sostenibilidad y seguridad.
A través de la eficiencia, en todos los sentidos, podremos hablar de ahorros significativos, siempre y cuando se lleven a cabo los seguimientos y actuaciones preventivas. No invertir, o hacerlo mal, será el camino para que los problemas pasen a ser graves y muy costosas las soluciones, que en muchos casos serían imposibles dentro de los márgenes económicos actuales.
En definitiva, teniendo en cuanta la cantidad y calidad de obra pública construida en España durante los últimos 20 años, debemos llevar a cabo una adecuada política de estudios, previsión, gestión y mantenimiento. En caso contrario, de nada servirá lo que hemos tardado años en construir, con un importante esfuerzo inversor y el reconocimiento de la labor de nuestras empresas.
La puesta en marcha de las infraestructuras tiene que ir acompañada de la planificación de auscultaciones e inspecciones, así como de su mantenimiento preventivo. Todo ello acompañado, inevitablemente, de las inversiones económicas necesarias, evitará el ocaso, deterioro y obsolescencia de infraestructuras que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir.
José Polimón López. Presidente de la Asociación Nacional de Auscultación y Sistemas de Gestión Técnica de Infraestructuras (Ausigeti)