MAFO y el dilema de la banca española en Dinamarca
El Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, paseaba ayer por las calles de Copenhague, la capital danesa en la que hoy da comienzo la reunión informal de ministros de economía de la UE.
El momento tiene para Ordóñez y para la Unión Europea casi tintes shakesperianos, cuando no termina de purgarse el mal que corroe tanto a la zona euro como a la banca española. Quizá la podredumbre de la crisis de deuda soberana pueda escenificarse mejor en Dinamarca, el lugar en el que el Gobernador del Banco de España tendrá que explicar también las debilidades que todavía amenazan a la banca española.
Será la última ocasión en que Ordóñez asista a este foro europeo, ya que únicamente acude a los Ecofin de carácter informal y el próximo se celebrará en septiembre, cuando ya habrá abandonado su cargo. Su salida del Banco de España está prevista para el mes de julio y para entonces, deberá haber dejado cerrado el complejo mapa financiero español. Mientras explica en Dinamarca su tarea pendiente, que el mismo Gobierno le urge finalizar antes de julio, el sistema financiero español afronta hoy de forma simultánea su enésima prueba de fuego, la entrega al Banco de España de la hoja de ruta con la que cumplir las exigencias de saneamientos que impone la reforma financiera.
Esta reforma, abanderada por otro de los invitados al encuentro de Copenhaghe, Luis de Guindos, es una de las principales garantías que España desea ofrecer a la UE de cumplimiento con las reformas que devuelvan la confianza a los inversores. De hecho, el mercado ha puesto de nuevo esos días bajo el foco la situación de la banca española. Y en Bruselas incluso se especula con que solicite los recursos del fondo de rescate para su saneamiento definitivo, al que Bruselas también apremia.
Con ser el último, el Ecofin de hoy no promete ser suave ni para Ordóñez ni para España, otra vez en el ojo del huracán, el mismo día de la presentación de los presupuestos del Estado con los que el Gobierno de Mariano Rajoy debe convencer de que será capaz de cumplir el objetivo de déficit. En definitiva, banca y cuentas públicas españolas para vigilar muy de cerca en un Ecofin que pese a su naturaleza informal tendrá muy poco de distendido.