Otros apagones tributarios en Europa
La polémica amnistía fiscal aprobada esta mañana por el Gobierno supone un recurso de excepción para las economías ahogadas en sus cuentas públicas, utilizado en varios países durante la última década.
El Gobierno italiano apostó por esa figura en octubre de 2009, cuando abrió un periodo de seis meses para que los defraudadores pudieran regularizar su situación con un coste mínimo: una multa del 5% sobre el importe declarado o repatriado. Según algunos cálculos, la medida sirvió para aflorar hasta 95.000 millones de euros, lo que reportó a las arcas públicas italianas cerca de 5.000 millones a cambio de mirar para otro lado.
No era la primera vez que el propio Silvio Berlusconi introducía esa figura: a finales de 2001 lanzó otra amnistía fiscal a cambio de una tasa del 2,5%. En esa ocasión, el anonimato se garantizaba al estipularse que esa multa sería pagada por los bancos en los que se ingresaran los fondos.
Pero la amnistía fiscal no es una figura exclusiva de países mediterráneos: en la muy rigurosa Alemania también se utilizó a principios de 2003, cuando el Gobierno de Gerhard Schroeder aprobó por el que los defraudadores no serían penalizados a cambio de tributar por el dinero repatriado y sus intereses a un tipo fijo del 25%.