La abogacía ligada al devenir del cliente
García-Delgado fundó su bufete en 1976
Fernando García-Delgado forma parte de una estirpe de juristas. Hijo de juez y hermano de otros dos profesionales del Derecho, es el único que optó por el ejercicio de la abogacía, "porque me enganchó desde el principio", afirma con vehemencia.
Si Castilla se representa con frecuencia en el imaginario colectivo como tierra de valores inalterables, digna austeridad y firmeza de palabra, este abogado desde luego representa bien a su tierra salmantina. Su despacho clásico de caoba y cuero, donde se acomodan amablemente los actuales ordenadores con las escribanías y cuadros centenarios, refleja fielmente el espíritu profesional del letrado.
Se define García-Delgado como "un abogado de oficio" que aprendió la profesión de la mano de un veterano letrado "que nunca había tenido un pasante" y con el que pasó de "no saber, a ser una buena ayuda para el maestro".
"Nosotros no somos unos asalariados, no podemos bajar el telón", argumenta defendiendo un modelo de ejercicio profesional "muy serio", porque nos jugamos "el honor, el patrimonio e, incluso, la libertad de nuestros clientes". Le gustaba más al abogado "el sistema de honorarios" -haciendo hincapié en la noble etimología del término- que la "lamentable guerra de precios" que ya se empieza a percibir en el sector.
"Aviso a los consumidores que es mentira que se pueda tener un servicio jurídico de calidad a precios ridículos", sostiene mientras hace el símil del oficio jurídico y sus clientes con el del médico de familia y sus pacientes. "Si mercantilizamos principios como la rigurosidad, seriedad, el respeto a la deontológica algo se nos perderá entre los dedos", proclama
Preguntado por la crisis, no se esconde en reconocer que ya ha escuchado en su despacho: "Fernando, ahora no te puedo pagar", pero tiene claro Fernando García-Delgado que "a un cliente, también a estos, no le puedo dejar tirado".
Exhibe un profundo convencimiento de que los diferentes estilos de ejercicio profesional están directamente relacionados con el lugar donde se ejerce la abogacía y piensa que "fuera de las grandes ciudades, la especialización limita las posibilidades del abogado", sin dejar de reconocer sus virtudes o, quizás, lo inevitable de esta tendencia.
También se lamenta García-Delgado de que "la agresividad que se palpa en la sociedad se traslada al trabajo del abogado" y no se encuentra cómodo con una "litigiosidad excesiva", enlazando este argumento con su satisfacción con la introducción de las nuevas normas y medidas en materia de mediación. Aunque, matiza, sin olvidar que "en España los ciudadanos quieren que la justicia la administre el juez".
Despliega este letrado una docta experiencia del oficio, propia y adquirida por sus lustros de experiencia como decano del Colegio de Salamanca y, actualmente, presidiendo la abogacía castellano-leonesa, consiguiendo reflejar con naturalidad un espíritu profesional.
García-Delgado combina el rigor con la afabilidad y los valores seculares con saber vivir y trabajar en el siglo XXI, rodeado de las centenarias piedras que tanto saber atesoran. "Si volviera a nacer, sería abogado", sentencia al despedirse como si nos hubiera quedado alguna duda. Lo cierto, es que no había ninguna.
Radiografía
Año de fundación: 1976.Profesionales: 7.Perfil de actividad: Derecho penal, civil, de familia, laboral y también mercantil.Dirección: calle Correhuela, 17; 3° izquierda. Salamanca.Teléfono: 923 260 285.Web: www.abogadofernandogarcia-delgado.es.