No hubo cambio
Han ganado en Andalucía. Lo han hecho por vez primera. Pero no es el resultado que Génova, Rajoy y Arenas querían. Decepción. Amarga victoria. Duro revés. Risas forzadas en los balcones. Arenas y los dos ministros andaluces aguantan el tipo, se oye gritar y vitorear a la ministra Báñez, pero el gesto lo evidencia todo pese al tintineo de la ya clásica música del partido.
Revés también para el presidente del Gobierno. Lo apostaban todo, lo confiaban todo, lo aplazaron casi todo con tal de ganar el feudo andaluz. Su valor era algo más que político, simbólico. Arrebatar el bastión, el corazón mismo del socialismo en el Gobierno de San Telmo. No hubo fin de ciclo, de etapa, de tiempo político. No se inaugura uno nuevo. Ni tampoco se cierra la llave de poder. Dos elecciones, Andalucía y Asturias. Pero a socialistas y a populares lo que verdaderamente importaba eran las primeras. Todos lo sabían.
Ganan en Asturias pero se aventura lejano el Gobierno salvo lo más improbable, pacto FAC-Partido Socialista. El socialismo cae en Andalucía, pero no tanto como pronosticaban. Ha resistido, y lo ha hecho numantinamente. El suelo era más rocoso que arcilloso, pese al desgaste, el desencanto. El norte de Andalucía y el sur votan antitéticamente. Pese a la desmotivación, descrédito, hartazgo y una campaña electoral polarizada por la corrupción, el socialismo resistió, Izquierda Unida se lleva votos socialistas y la abstención afectó a socialistas que antes que votar a la derecha mayoritariamente se quedó en casa. Cifras de abstención serias. Casi un 40%. Cansancio del ciudadano, ofuscado por sus políticos, los mismos de siempre. Horquillas preocupantes pero dentro de un guion que no se antoja caprichoso. El electorado socialista, tan rocoso, tan fiel, tan próximo en las efímeras glorias, no se ha desmoronado como ese castillo sobre la arena ante la avalancha continua de los embates de la mar. ¿Han pesado en el electorado andaluz las medidas del Gobierno de Rajoy más las siguientes que todos esperan ante su silencio interesado tras el 25 de marzo como nueva vuelta de tuerca? En noviembre ganaron por 400.000, ahora por 40.000. ¿Por qué?, ¿por el candidato?, ¿por las medidas de Rajoy?, ¿por la estrategia de separar generales de andaluzas de Griñán?, ¿o porque se vota distinto en cada arena y liza electoral?
Olía a cambio, a cambio de Gobierno, de hora, de tiempo político. Ha sido una campaña abrasiva para los socialistas. Griñán se la jugaba a todo o nada. Arenas prácticamente lo mismo, o ahora o nunca. Los primeros días de campaña el centro fue la crisis, luego, la corrupción, larvada, enquistada, escandalosa, putrefacta. La mar del cansancio, del hastío, del clientelismo, de la conciencia subvencionada de una gran mayoría, del nepotismo, del reino de taifas y de partido, etc., pero han resistido y trasvasado votos a IU. Apatía, desprecio a las formas, a la corrupción larvada, al oportunismo, al despilfarro, a la insensatez y la arrogancia de muchos que han hecho y deshecho. Pero resisten.
La derecha ha ganado en Andalucía. En unas autonómicas. Antes lo habían hecho en Castilla-La Mancha y Extremadura, los bastiones inexpugnables, pero hicieron falta tres décadas ininterrumpidas de Gobierno socialista para que el cansancio, la erosión y el desgaste pasase su amarga factura, entre amargura y fractura con la sociedad e incluso interna. Pero no gobernará.
Y ha ganado el Partido Socialista en Asturias. Todo queda abierto en el norte, pero será difícil que gobiernen. Hoy, en Ferraz, Pérez Rubalcaba respira. No es mala noticia lo que ha sucedido, sabía que perderían votos y escaños, incluso el Gobierno, y si la izquierda se coliga en Andalucía seguirán otros cuatro años. Griñán también respira, su abismo era su adiós, pero no lo será, habida cuenta que no parece posible la pinza extremeña.
El partido popular quería abrazar el máximo poder político como nunca hasta ahora en democracia un partido gobernante había atesorado tanto poder, tanta fuerza. Ganada por el hartazgo del adversario más que por sus propuestas reales. Ganada por el cansancio hacia la demagogia y la desidia. Ganada por la esperanza de que la alternativa, pese a no decirnos qué harían ni que harán, incluso ahora hasta que no pasasen estas elecciones de especial relevancia y significado por lo que estaba en juego, nos podía ofrecer algo más que el socialismo errante de estos años. España está intervenida de facto y prácticamente de iure desde hace varios meses. Y el Gobierno empieza a ver su propio desgaste ante las primeras medidas tímidas y embrionarias que ha adoptado.
Han ganado sí, pero no para gobernar. Y la victoria sabe agria, con regusto amargo. Es así. La democracia es así. Cara y cruz. Arenas perdió tres veces, ganó una, pero no gobernó ninguna. El edificio del socialismo desde los años ochenta no se ha derrumbado por la erosión interna, el alejamiento de la realidad, de la sensatez y eficacia de Gobierno. Los andaluces han optado por no otorgar la mayoría absoluta a los populares y, con ello, el cambio histórico como apresuradamente el número dos del partido andaluz esbozó al poco del cierre electoral.
Abel Veiga. Profesor de derecho mercantil de Icade