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Rajoy confía al ciclo la mitad del ajuste de 2013

Rajoy ha aceptado reducir el déficit fiscal desde el 8,51% hasta el 5,3% del PIB este año. Pero el compromiso de llegar después hasta el 3% del PIB, concentra la complicación en 2013, cuando las posibilidades de recorte de gasto son ya más limitadas. Nada menos que otros 24.000 millones de euros deberá amortizar en las cuentas del próximo ejercicio, y eso sólo es posible con una de estas dos cosas o una combinación de ambas: una notable subida adicional de los impuestos, o una confianza ciega en que el ciclo recesivo haya concluido este año, y que la recuperación proporcione (con menos gastos y más ingresos) la mitad del esfuerzo.

El descomunal esfuerzo de ajuste presupuestario que tiene que acometer el Gobierno en 2012 y 2013 se acerca a los 60.000 millones de euros, que bien podrían haber sido sólo unos 32.000 millones si no se hubiese ocultado primero y aflorado después una desviación del desequilibrio de unos 26.000 millones en 2011. Pero las cosas son como son, y el Gobierno tiene que reducir los 60.000 millones citados, utilizando las palancas del gasto y de los ingresos, tanto en el Estado como en la Seguridad Social o las administraciones territoriales, casi todas ellas en manos del PP también.

De los 3,2 puntos que finalmente Bruselas exige al Gobierno para este año 2012 (unos 33.000 millones de euros), el Ejecutivo ha desvelado la procedencia de unos 15.000 millones, con la subida del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, de las rentas de capital y del Impuesto sobre Bienes Inmuebles, así como con la no disponibilidad de gasto de unos 9.000 millones de euros ya aprobada el último día de 2011. El resto se desvelará el día que presente los Presupuestos en las Cortes, precisamente el 30 de marzo, con la recasa de la huelga general del día 29, y sabemos que la parte del león la tendrán que asumir las comunidades autónomas. Pero la dificultad vendrá realmente en 2013.

Si este año se concentran los esfuerzos en la reducción del gasto estructural, que no estaría de más que redujera notablemente el presupuestos de gastos fiscales, que no ha dejado de crecer en las últimas décadas sin demasiada justificación en términos de acicate a la actividad, en 2013 la grasa estará ya aborbida. Las dos opciones que tiene el presidente son una subida adicional de impuestos, que podría ser inconveniente si la recuperación es muy incipiente, o confiar precisamente a la recuperación económica una aportación adicional de ingresos y reducción de gasto cíclico lo suficientemente importante como para hacer la mitad del trabajo.

En términos cíclicos únicamente el gasto en desempleo podría contraerse, si se revierte la tendencia de la ocupación, aunque nadie debe esperar milagros en esta materia. El resto de los gastos, como la factura de la deuda, no puede descender por el simple hecho de que persiste la acumulación del saldo vivo mientras España tenga déficit, y la reducción del coste de financiación únicamente afectaría, de producirse, a las nuevas emisiones.

¿Y qué impuestos subir? Hay varias opciones. El Impuesto sobre el Valor Añadido, los especiales, etc. El IRPF no es ya utilizable, aunque está por ver que la subida aprobada el 30 de diciembre sea realmente temporal (por dos años) como ha dicho el Ejecutivo. Sólo si la recuperación de la economía tiene cierta verticalidad, y no es fácil con el grado de endeudamiento de los agentes económicos, permitirá restablecer el IRPF como estaba antes o evitar otras alzas de impuestos.

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